sábado, 1 de enero de 2005


Alcanzó la orilla en menos tiempo del que pudo imaginar. Había terminado el año escribiendo interminables enumeraciones de pensamientos, ideas y recuerdos con el firme propósito de vaciarse del todo y salir de la burbuja en la que se había encerrado con los últimos acontencimientos. Sin duda alguna y comparando con el último fin de año, no podía decir que las cosas no hubieran mejorado. Al menos en su fuero interno así lo sentía y la aparición de ciertas señales corroboraba su sensación.

Lejos además de hacer caso a todas las voces que le aconsejaban no pensar de más, siguió anotando y sacando ideas de las entrañas, como de una vieja chistera las sacó todas y tomó el pulso a sus fantasmas, a sus contradicciones y a sus idas y venidas. No pienses de más, no piense de más. Pero pensó de más, repensó y dejó escrita una lista de recuerdos que le arañaban el alma cada día. Juntó los recuerdos y los embotelló. Cuando alcanzó la orilla , cerró los ojos y recordó la última vez que había escuchado el sonido del mar. Era uno de los recuerdos embotellados que se disponía a lanzar bien lejos. De no haberlos escrito ni pensado, se hubieran quedado dentro. Y no quería eso. Tomó aire y arrojó sus recuerdos al mar, como en aquella escena de “Roma” en la que el padre enseña al hijo a tirar las tristezas al río.

Una libélula despistada que pasaba por allí se posó en sus manos y se quedó quieta mientras recuerdos y tristezas se fueron siguiendo la línea de horizonte.

Publicado por Puzzle a las 17:45
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2 desvaríos:

Anónimo dijo...

Vaya, veo que empiezas el año en buena forma. No dejes de contarnos todas esas cosas tan bonitas que piensas.

Besos.

Vero.

Anónimo dijo...

Me encanta el estilo que mantienes. Es muy personal y tienes tu propia iconografía. Enhorabuena por tu blog.

 
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