domingo, 27 de febrero de 2005


Ella mostraba un innegable interés por él, pero el tipo resultaba ser de lo más jabonoso. No era especialmente atractivo ni encantador , si bien se manejaba hábilmente con sus recursos; uno de esos jóvenes conocedores de sus limitaciones y encantos. A ella le desquiciaban sus excusas, las más inverosímiles eran las relativas a su familia : se inventó una abuelita enferma y encantadora, también una serie de comidas de fin de semana que difícilmente podía justificar , así que pocas veces podían almorzar juntos: una o ninguna a lo sumo. Luego llegaron los pretextos más estándar ; un extraño trabajo relacionado con cierto centro de control de operaciones que incluía horarios nocturnos y días festivos malogrando cualquier tipo de planes a corto o medio plazo, aunque nada comparable con otra serie de evasivas tan imprudentes como poco sostenibles: sesiones de magia con un ilusionista que vivía en otra ciudad y que sospechosamente incluía en su equipo a un par de bailarinas elásticas como el tiempo y bien equipadas , un grupo musical que le quitaba dos noches a la semana para poder preparar esas canciones a medio terminar y un viaje a la Costa Azul que si salía bien , podía ser la chispa que prendía la mecha para otros viajes más lejanos y placenteros. Además el muchacho escribe y practica actividades deportivas a razón de tres o cuatro días por semana, visita a su abuelita inventada y quiere aprender a volar con su mejor amigo de la infancia que está pasando por un mal trago y necesita su ayuda.

Como resulta que pimpollos así son merecedores de ser pagados con sus propias fabulaciones , ella proyecta una suerte de vida entre congresos y gabinetes literarios, un director de tesis que la requiere a deshoras y algunos asuntos ineludibles (y de marcado carácter escolástico) que la confinan en un ático sin persianas pero con las mejores vistas de la ciudad. El resto del tiempo se vuela entre papeles de una conferencia de libros de caballerías , una perrita indisciplinada y la hermana que aterriza cual Mary Poppins en la azotea con un enorme trozo de pastel de chocolate que compartirán las tres.

Finalmente, ni uno ni otro son lo que dicen ser y pasan las tardes tejiendo punto de cruz o coleccionando sellos, mientras planean (sin duda) la coartada perfecta.

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sábado, 26 de febrero de 2005


El eco se volvió loco de tanto escucharse a sí mismo y se quedó sordo. Como ya no podía escucharse, dejó de repetirse y se quedó mudo. Como ya no pudo repetirse, dejó de ser eco y se volvió silencio.

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viernes, 25 de febrero de 2005


Quiero subir contigo poco a poco , como hasta ahora , elevarnos juntos, suavemente. Sentir como la lluvia y el aire fresco nos golpean insolentes la cara , elevarnos sobre todo y sobre todos y seguir subiendo juntos , que venga lo que sea aunque desgarre , que cuando estemos arriba y el paisaje aparezca ante nosotros , podamos ver las cosas y el mundo desde la perspectiva que da la calma y el silencio . Caer al vacío, precipitarnos juntos en un descenso feroz , velocidad que sigue a la calma , el desvarío de vernos caer y comprender que no hay final más abajo , hacer del salto y la caída una parte más del viaje, entregarnos asustados y divertidos, extrañados y excitados, perder la noción del tiempo y de la realidad, sumergirnos en babel y retomar al final el equilibrio porque todo eso podemos hacerlo y de todo eso podemos reírnos.

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jueves, 24 de febrero de 2005


Harry, el ladrón simpático, estaba cercado. Los seis detectives mas ilustres del mundo estaban en la ciudad, convocados para darle caza. Philo Vance, J.G. Reeder, Ellery Queen, Philip Marlowe, Sherlock Holmes y el padre Brown pronto empezaron su trabajo. Sin embargo, el ángel Gris de Brooklyn acudió en su ayuda. Vance recibió una orden misteriosa e inapelable para que siguiera a Reeder. A Reeder se le ordenó seguir a Queen. Queen recibió órdenes de seguir a Marlowe. A Marlowe le ordenaron seguir a Holmes. A Holmes le dijeron que siguiera al padre Brown. Finalmente el padre Brown fue comisionado para seguir a Vance. A las pocas horas los seis estaban inmóviles en una plaza acechándose mutuamente y esperando un primer paso que nadie iba a dar. Harry, el ladrón simpático, cometió algunos delitos y después comenzó una nueva vida en un país lejano. Los seis detectives siguen en Brooklyn, atascados como universo inmóvil que espera una voluntad.

(Alejandro Dolina)

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miércoles, 23 de febrero de 2005


Un quesito majorero con unas papas con mojo , un poquito de pata (recién asada en El Herreño) y una Tropical. Un paseo por Las Canteras y un bañito hasta la barra. Quedamos en que te paso a buscar y tú te pones guapa. Yo lo tengo algo más difícil y hago lo que se puede. Nos gustan los mismos sitios, desde Triana hasta la catedral , Santa Catalina y Vegueta, aunque tú eres más de salir por el puerto, yo prefiero quedarme a cerrar el “Guincho”. Espera, que le digo a Miguel que te haga una pulsera bonita y un colgante de cuero con tu nombre, póntela y salgamos del Obelisco disfrazados de Pin y Pon. Hoy es carnaval, al menos para nosotros y los demás que aguanten la vela.

Nos queda coger la guagua , así que echamos a suertes las dunas de Maspalomas o los almendros del Norte. Otra opción es Guayedra y hacer noche en Agaete. Las fiestas de San Andrés o la procesión de la virgen del Pino (tú te emocionas con La Candelaria) siguiendo la línea de la costa, con los barquitos y las ofrendas dibujando siluetas de espuma de mar. Yo por si acaso me llevo el Clipper de fresa y las ambrosías , tú ese pareo que tanto te gusta y un libro de cuentos que estoy medio acabando, ya sabes, para leerte un poquito mientras comienza a caer la tarde. Al diablo. Subamos al Ferry y crucemos las islas, conozco un sitio en el Hierro al que hace tiempo te quiero llevar ; dicen que es el hotel más pequeño del mundo y se levanta en la punta de una roca grande, allá en el acantilado. La dueña me dijo que la mejor habitación sobrevuela el mar cuando te asomas y yo, que siempre he sido medio piloto chiflado, quiero que vengas conmigo. Tengo guardadas unas cuantas historias de bucaneros y príncipes guanches , un paquetito de dulces de Teror y la cámara que se enamora cada vez que te dispara. Jugaremos a los disparates y a las prendas y me pides que te lea otra vez la historia de la isla fantasma, que en realidad no es fantasma porque existe y se aparece a viejos lobos de mar y a los locos que pierden la fe con la misma facilidad con la que nosotros perdimos la compostura. Perdida la cuenta de besos y desvaríos me dices que cierre los ojos. “ ¿ Quieres que te cante una nana loca?” y entre arrorró y arrorró , dos que se deshacen y el mar que empieza a tomar la noche en el hotel más pequeño del mundo.

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martes, 22 de febrero de 2005


La ciudad no está acostumbrada a la nieve y por eso se asombra. Hoy salió el día de cuento en el planeta Cierzo y llegaron los niños con sus batallas y sus sonrisas infinitas para llenar los parques y los patios de los recreos. Mi niño de sonrisa infinita también se ha lanzado a la calle a tirar fotos y más fotos, a dejarse asombrar por los tres palmos de espuma de merengue que lo cubre todo. No hay líneas de autobuses y todo se mira distinto (Zaragoza se me antoja un scon gigante recubierto de crema) , los coches apenas pueden circular y en la escuela de mi hermana se han quedado atrapados niños y maestros en la aventura que contarán esta noche en sus casas con los ojos bien abiertos. Cada uno de nosotros debería tener al menos una vez en la vida un día de cuento con nieve, una batalla de bolas de nieve en el parque y una sonrisa infinita a punto de congelarse en forma de mueca divertida. Como cuando nevó en Gran Canaria y todo el mundo subió a la cumbre a ver la nieve y los goditos mirábamos divertidos al resto de la gente que nunca antes había visto algo así.

Hoy , el chico tímido de la fila de atrás se atreverá a lanzarle un corazón de copos de nieve a la chica más bonita de la clase. Una manera como cualquier otra de decirle a alguien que te gusta. Saltad a la calle y llenaros de nieve los bolsillos, si pasa una chica bonita podéis intentarlo. Si no os sonríe ni os jura amor eterno no os preocupéis, posiblemente esa chica ya tiene el corazón medio congelado y no es para vosotros. Pero hay que intentarlo.

Yo creo que tomaré la opción de disfrazarme de muñeco de nieve , es menos arriesgado y solo tienes que sonreír y dejarte hacer. Posas con alguna pandilla para la foto y finalmente cuando pase la chica bonita te derrites y san se acabó.

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lunes, 21 de febrero de 2005


Cuando todo se rompe, cuando las cosas no son como esperas y te escapas por las esquinas doblándolas como si fueras la mujer forzuda cuando se enfada, daría media vida por saber en qué piensas y guardaría la otra para un rescate a la desesperada. Alejarse, marcharse, dar la media vuelta es todo en uno . Entonces se quedan las calles temblando y sorprendidas, como si fueran testigo del mayor de los cataclismos que sobreviene antes del mediodía, cuando casi nadie estará preparado aún para la tragedia. El resto se conoce.

Por eso y por más cosas, cuanto todo se rompe y te escapas por las esquinas doblándolas como si fueras la mujer forzuda cuando se enfada, los focos de la pista central se encienden y proyectan su gran chorro de luz hacia el payaso de la función de tarde , que soy yo.

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domingo, 20 de febrero de 2005


Odio tu contestador automático y también tu sueño profundo, sobre todo los odio en noches como esta en las que necesito oírte, en las que pienso que ojalá pudiera hacerte despertar y secuestrar unos minutos de tu ternura. Ya son tres noches seguidas peleándome con tu voz enlatada, con llamadas perdidas, porque eso es lo que son: llamadas perdidas sin nadie que las atienda, sin un extremo al otro lado, como mensajes en una botella que no llegan a destino. Es entonces que me gustaría que no existieran los teléfonos móviles, como cuando éramos canijos y nuestra única forma de comunicarnos era con unos vasitos de plástico amarrados por un hilo. Un hilo de 1.000 kilómetros que cuelga de un lado de tu cama por el que poder gritar tu nombre y tú (revuelta) lo sientas como una voz lejana en mitad del sueño que se va acercando a tu mundo consciente , rescatándote de donde sea que estés.

Nada que ver. Aquí ando por plazas desiertas en noche estrellada, dándome cuenta de que uno recurre a las estrellas cuando no tiene al lado a la persona que quiere tener . Uno que mira al cielo, piensa, extraña, se revuelve por dentro y formula un deseo , creyendo entonces que una de esas estrellas brilla más que las otras , les ponemos forma, nombre y destino y cerramos los ojos, porque al hacerlo, no sé muy bien de qué manera, aparece una pizquita de brisa que nos acaricia la cara y cuando eso ocurre, quieres pensar que es la otra persona que ha notado tu deseo y ha soplado al cielo para devolverte el saludo. Mientras tanto vuelvo a la pelea y dejo mensajes inconexos , me da tiempo a sentirme ridículo, terco y pequeño, me pregunto la cara que pondrás cuando te levantes y veas mis cien llamadas perdidas, mis mensajes en la botella, mis eseoeses nocturnos . A lo mejor entonces , eres tú quien oye mi voz enlatada, vacilante y torpe , escuchas que me encontraba raro entre la multitud, que me faltaba algo, que me podían las ganas de ti y no te queda otra cosa que odiar también a tu contestador automático.

Así que de repente me veo sentado en el banco de la plaza desierta que a ratos deja de serlo porque algún borracho pasea a un perro, o un taxi entrega en su casa a una adolescente vestida de mujercita que se quita los tacones para no delatarse de madrugada. Pienso que no tengo sueño , que ni siquiera en eso voy a poder coincidir contigo esta noche , porque mientras duermes, lo más cercano que tengo de ti es la dichosa voz enlatada y tu dulzura de hace tres noches. Cómo odio también a tu almohada, a tus sábanas y todo lo que te acaricia en estos momentos. Más que nunca deseo arrebatarles la presa y devorarla viva. Te intuyo dormida, soñando en vete tú a saber qué , cambiando de postura y sin sospechar que al mismo tiempo me estoy muriendo de ganas de ser tu almohada, tus sábanas, tu guardián nocturno que se queda a tu espalda acariciándote el pelo mientras sigues dormitando y yo , pensando en el caprichoso milagro que nos ha puesto en la misma trayectoria, en la misma cama y en la misma noche. Entonces quizás, mi único consuelo es saber que algún día seré todas esas cosas y tendré salvoconducto para ocupar el mejor lugar de tu habitación. Es posible que después de todo, esta noche lea un libro, esboce la idea de una canción o invente un truco de magia, quizás no pueda dormir o tal vez me quede esperando a que amanezca, quizás mate las horas creando cuentas de correo electrónico sin sentido o te escriba un cuento que hable de lo que odio tu contestador y tu sueño profundo. Seguiré imaginando, tal vez emocionado sólo por el hecho de que estás en mi vida y la llenas, la vuelves distinta y mejor , sin olvidar que tú seguirás desconocedora de lo que pasa en mi noche de insomnio y estrellas, seguiré tecleando y mañana, cuando despiertes , cuando te despereces y saludes al nuevo día, cuando el sábado te de la bienvenida verás el rastro de mi noche en vela, mi intento de secuestrar tus horas de sueño, mis llamadas perdidas, mi odio a la tecnología punta que no sirve para nada cuando más la necesitas, mi voz en diferido, mis ganas acumuladas, mis miedos y mis desvelos. Puede que quizá sonrías o te conmuevas, que alguna arista de tu geografía-niña se sienta especial, arropada , querida o un poquito todo. Puede que tal vez me llames y me despiertes , me des los buenos días con tu ternura más madrugadora para que entonces (y sólo entonces) , este cuento tenga su final y sus perdices.

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sábado, 19 de febrero de 2005


Llevo un sombrero de viento
dos nudos en la garganta
tres trayectos de ida y vuelta
cuatro versos incompletos
que dejé...
cinco maletas vacías
seis acuarelas gastadas
siete huecos por llenar entre semana
ocho minutos perdido
nueve tormentas sin calma
llevo diez días ausente...
sin verte.

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viernes, 18 de febrero de 2005


Me quedo
desnudo y en silencio
bajo el pliegue de tu ropa
entre el dulce tránsito que me lleva
del ombligo hasta tu boca
y a sabiendas del naufragio

me quedo
a la espera

en la orilla de la almohada
dibujando garabatos de caricias
entre besos de bizcocho

me quedo
a tientas

atrapado en tu anatomía
aferrado a tu pecho
con la óptica del prudente
y la arrogancia del acróbata
enmarañado a tus piernas

me quedo
hambriento

rendido sobre tu espalda
bajo el telar de tus brazos

me quedo
sediento de besos
secuestrador de minutos
aprendiz de geografía

me quedo
a tu lado
sin zozobras ni candados
reconstruyendo sin prisas
el puzzle de tu cuerpo.

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jueves, 17 de febrero de 2005


Volvemos a ocupar el local con los amplis, las guitarras y la colección de cables tirados por el suelo. Ahora queda averiguar los que funcionan y los que no. Nos podemos pegar horas y horas verificando cables y más cables hasta que damos con los adecuados , como si se les cogiera un cariño especial a todos ellos y resultara imposible deshacernos de los que reptan gastados por el suelo . Nacho se levantará mil veces de la batería para fumar (¡pero Nacho, siéntate que no has tocado una sola canción entera!) y canturreará los ritmos con la boca. A Juan siempre le hizo gracia eso (a los demás también) , incluso creo que hemos llegado a grabar en el estudio sus desvaríos. Un gran tipo Nacho.

La luz amarilla y la nube de tabaco lo bañan todo , Héctor se busca en el espejo haciendo su mejor interpretación y Alberto sueña con el sonido perfecto. Me gustan los duelos de Stratocasters y Gibsons, las miradas que te dicen que ahora viene un cambio y las señales que marcan el comienzo de una estrofa. No hará falta hablar, ni pensar, simplemente tocar. Tocar y tocar hasta que las manos duelan y todo suene rotundo y redondo.

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martes, 15 de febrero de 2005


Ya he podido quitarme las ganas de comprar libros en mis sitios favoritos. Empezó la cosa con algo de ensayo (un libro que descubrí en Ámsterdam y que me recomendó Kalf ; “ La era del vacío” de Lipovetsky, y que echándole un ojo me llamó mucho la atención) y cuentos (“Otras maneras de contar” de Lino Novás Calvo). He comenzado los dos.

La cosa mejoró bastante , porque Violeta apareció con su varita de hada buena y me obsequió con la “Antología personal “ de Gil de Biedma . Además me ha servido para recordar que Sopeña le puso música en uno de los discos del Loco, y que la última noche que cenamos con Gabriel en aquel garito (con los chicos de La Ley y Elena Rubio) , alguien nos hizo callar porque unas mesas más allá un poeta aragonés (que no me permitiré nombrar aquí ) estaba recitando su obra para unos amigos y -de paso- dándose un empacho de ego. Digo que nos hicieron callar porque Gabriel andaba con la guitarra y nosotros con el corazón enamorado en un aliento. Sí, fue esa noche y hoy lo he recordado bien. Así que ni Ismael Serrano ni Aute. ¡Era Sopeña! . Conste en acta.

Y como la cosa iba de poesía, de cuentos y de clásicos, he entrado a matar y he aparecido en casa con dos de Luis García Montero (“Completamente Viernes” y “Habitaciones separadas” , de esta última; Quique González sacó la semillita para escribir “Aunque tú no lo sepas”) , una novelita de César Aira (“Ema, la cautiva”), otra de Roberto Arlt (“Los siete locos”) y un libro de relatos de Michael Chabon (“Jóvenes hombres lobo”). Como además, ojeando la Moleskine, lo primero que anoté en su día fue “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián y puesto que ayer estuvimos hablando del tema, he pensado que iba siendo hora de hacerme con él.

Para la próxima vez, dejo apuntados en la memoria y en la Moleskine : “Manual de tentaciones” (Abilio Estévez) y “La vida sexual de Catherine Millet”.

Ya tenía yo ganas de un atracón de libros.

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lunes, 14 de febrero de 2005


Queridos pralines belgas:

Os juro que no quería. Lo cierto es que apenas recuerdo dónde os dejé al subir al tren. Todo sucedió de una manera un tanto desafortunada y difícil de relatar. La totalidad de mi equipaje fue distribuido en dos vagones diferentes y sin apenas recuperar el aliento reparé en vosotros de forma poco precisa. Alguien me dijo que estabais en la bolsa amarilla, la misma que compartíais con la gran foto panorámica de Rotterdam (seguramente tomada desde el EuroMast). Confié en que era cierto.

La llegada no fue menos dramática y aparatosa. Despedidas, algunas fotos, recuperar todo el equipaje y bajar a tiempo al andén. Me di cuenta de todo al cruzar la puerta de mi dormitorio, así que poco más puedo decir, excepto que aún me siento apesadumbrado.

Busco el consuelo en imaginar la infinita alegría de quien descubra la gran bolsa amarilla y los cofrecitos dorados (casi macizos) con su delicada forma de lingotes de oro dulce. Esa noche llegará de otro largo viaje y será aguardado con infinita paciencia en la terminal, con los ojos enormes como soles y el corazón agitado, portando la misma excitación de quien acaba de descubrir un tesoro o un amor eterno. Todo en uno, tras el abrazo, asegurará que por una vez no encontró orquídeas ni girasoles, ni esos centros tan bonitos de flores tropicales que tanto iluminan la estancia a mediodía, que siempre (tú lo sabes, amor) quiso celebrar una fecha así con los mejores bombones y que sin duda alguna, aquellos lo son porque lo dice el Sr. Director de Marketing, que sabe mucho de ciertos asuntos. Así que vuelven de la mano y se prometen locuras, lo único que necesitan es deshacer el equipaje, una buena ducha y meter los bombones en la nevera para que no se deshagan. Que son muy delicados.

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domingo, 13 de febrero de 2005


Querido Nicolás:

No puedes volver a casa sin antes haber comprado pralines belgas, preferiblemente Leónidas (aunque los Neuhaus, Godiva o Guylian también resultan deliciosos). Son bombones artesanales de chocolate con leche, negro, blanco, con o sin relleno, en definitiva, los tienes de todos los tamaños, sabores y (cómo no) precios. En algunos sitios (sobre todo en Flandes) suelen venderse en pequeñas cajas llamadas ballotins, especiales para su buena conservación. Sobre todo recuerda no guardarlos en el frigorífico, ¡perderían todo su aroma! Creo que Melisita también querría probarlos. Aunque te aseguro que da pena comérselos.

Cuídate de las mujeres holandesas.

Besos.

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sábado, 12 de febrero de 2005



  1. Contrate un servicio de Taxi hasta Schiphol. Le resultará más barato que un taxi convencional y el precio es fijo. Eso le permitirá además tomar buenas fotografías del paisaje para poder incluirlas en ese blog que hace días que no actualiza.
  2. Mantenga (en inglés) una conversación trivial con el taxista y de vez en cuando diríjase a sus compañeros para hacer más fotografías y alguna broma. Pida el ticket antes de bajar del taxi . De lo contrario , su empresa no le abonará el importe.
  3. Emociónese durante el trayecto.
  4. No se deje impresionar por la espectacular vista de la torre de control de Schiphol. Piense que a lo mejor está vacía y que en realidad todas las operaciones se realizan desde otro sitio menos atractivo y sugerente. En cualquier caso, haga fotos.
  5. No se haga el gracioso intentando facturar. Posiblemente eso no ayudará a que ignoren su exceso de equipaje y le cobrarán el doble.
  6. Relájese cuando sea cacheado. Puede que descubra nuevas sensaciones y rincones inexplorados de su anatomía.
  7. Siga haciendo fotos.
  8. Compre bombones belgas. Sus seres más queridos se lo agradecerán.
  9. Siendo que tiene que coger el tren de las 20:00, de manera invariable su vuelo se retrasará una hora. No se sorprenda.
  10. Aterrice en Barajas a las 19:10. Acceda a la terminal a las 19:25 y corra. Pregunte al personal cualificado si tiene que recoger el equipaje en la sala 5 ó en la 6. Le indicarán (como no podía ser de otra forma) la sala incorrecta. Vuelva a correr con todos sus compañeros hacia la cinta adecuada, sortee a la Guardia Civil y salude a esa hermana que acaba de llegar de Perú (y le está esperando para volver juntos a casa) con toda diligencia. No le dé oportunidad a que le devuelva el saludo.
  11. Pierda a un compañero de expedición y recupérelo, todo en el mismo tiempo. Tome la última maleta a las 19:32. Salga de nuevo corriendo, grite e intente coger uno cualquiera de los tres taxis que están en la puerta. Observe cómo se alejan sin usted ni el resto de componentes de la comitiva. Divise a lo lejos otros tres taxis e intercepte su trayectoria arrojando varias mochilas al suelo. Deje los carros de las maletas tirados de manera poco convencional y acceda al taxi con su hermana que acaba de llegar de Perú. Todo eso antes de que sean las 19:35. Sea claro y preciso a la hora de anunciar su destino y el tiempo del que dispone.
  12. Ahora la expedición consta de tres taxis (A, B y C). El conductor del taxi A afirmará que no llegarán a tiempo de tomar el tren de las 20. El conductor del taxi B no negará que el asunto es complicado. El conductor del taxi C (el que usted ocupa) asumirá el riesgo y le dará ciertas esperanzas (siempre y cuando el tráfico un sábado por la tarde sea el que se espera y no el que acostumbra).
  13. Baje del taxi a las 19:51. Dé muchas órdenes inconexas y no espere que nadie le entienda. Baje con todo el equipaje mientras no deja de gritar y de correr. La gente se apartará un tanto divertida. Intente no perder a su hermana.
  14. Pase el control de seguridad y explique que las esposas que lleva en la mochila fueron compradas en un festival erótico. Una vez aceptadas las aclaraciones, corra (tropezando de vez en cuando con toda suerte de obstáculos) hacia el andén. Lleve los billetes en la boca, alguien (amablemente) se encargará de comprobarlos a pesar de todo.
  15. Deje caer todas las maletas por la rampa de acceso al andén. Usted llegará antes y ese terrible dolor de hombro se verá aliviado por un instante. Recoja las maletas del suelo y suba al tren a las 19:59. Organice el equipaje una vez dentro y refrésquese. Repare en su hermana que ha vuelto de Perú y comiencen a hablar de sus asuntos.
  16. Celebre la aventura con sus compañeros y brinden. Haga fotos y recupere el aliento. Ahora posiblemente ya puede volver a hacer comentarios graciosos y bromear con la camarera.
  17. Haga como que lee la prensa y tómese otra copa.
  18. No deje de hacer fotos.
  19. Olvide los bombones belgas en el tren. Laméntelo profundamente.
  20. Abrace a sus familiares y amigos y déjese querer. Sea bienvenido. En días sucesivos, cuente su pequeña gran aventura y disfrute. No es necesario que le crean, usted y yo sabemos que realmente ocurrió.

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viernes, 11 de febrero de 2005


Ahora resulta (y resulta bien) que mañana volvemos a casa en tropel. La noticia es que también regresa Patricia y que coincidimos en Barajas. He podido arreglar todo para que vuelva en el mismo tren con nosotros. Ojala esté bien. Ojala sea para bien.

Por otra parte el equipaje aquí resulta más sencillo de hacer , en una bolsa nueva para la ocasión ; los regalos y de resto, hay que asegurarse que la habitación queda totalmente vacía. Eso significa (sin ningún género de duda) que no olvidamos nada. Quedarán por apurar las últimas cervezas con los chicos y desarmar el castillo.

Que vayan preparando todo, que volvemos al planeta Cierzo.

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jueves, 10 de febrero de 2005


De nuevo el omnipresente Costello y té de melón acompañando la escena. Anotaciones en la Moleskine. Me encantan los lugares de grandes mesas con tableros de ajedrez gigantes. Todo el mundo tose como si fuera la primera vez. Yo sé (y tengo total autoridad para afirmarlo), que somos los peores porreros del planeta. Se nos ha apagado el peta dos veces y nos hemos plantado en el antro sin mechero ni cerillas. ¡Qué profesionalidad!.

Total , que como no me trago el humo, mátalo tú, que a mí no me hace nada.

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11

martes, 8 de febrero de 2005


Hace unos meses, Michael Ammar nos hacía un jueguito de magia con el número 11. Recuerdo que me preguntaba cómo decirlo en español, (el zorro de Mike, siempre con su exquisitez). De haber estado en Amsterdam , puedo imaginar qué firma hubiera dejado en el libro de visitas del último restaurante que visitamos.

Descubrir y pasear la ciudad con Juan y Susana es un lujo, primero porque son anfitriones de excepción y segundo, porque hay ciertas afinidades en cuanto a gustos y sitios que hacen que todo sea un poquito más especial. Siempre me gustó descubrir todas las caras de las ciudades y además, siempre pensé que de algún modo las ciudades son amantes (con un gran fondo de armario) que se ponen bonitas de manera especialmente acertada según sea el momento. Ellos me han mostrado la magia de la ciudad, de los cafés, los mercados y los parques. De los lugares fetiche para no olvidar y a los que uno termina siempre regresando.

Me quedé en el 11. Cerca (como casi todo) de la Estación Central se levanta un antiguo edificio a modo de caja de sorpresas . Y en la cima el 11. Ya solo el acceso por la noche es espectacular, como de peli de miedo tienes que recorrer un pasillo pintado para la ocasión y subir en un enorme ascensor industrial con dos enormes portones que en cuanto los abres , ya sabes que tarde o temprano aparecerán los malos (en forma de zombis o de vampiros urbanos) y allí acabará todo. Finalmente no ocurre lo que uno sospecha y el 11 te acoge en verde fosforito. Es el bar para tomar el Capuccino después de visitar el museo que tienes unas plantas más abajo, restaurante para celebrar ese proyecto que firmaron los del estudio de arquitectura de la quinta (con ese cliente inglés que tan poca gracia tiene) y un precioso mirador para contemplar la ciudad. Uno de esos espacios multifuncionales, en los que los fines de semana pinchará el DJ más cool , y de tarde en tarde puedes echar un partido de baloncesto en lo que horas despues será la pista de baile. Zona de lectura, dos enormes videowalls con proyecciones multimedia de última tendencia y camareras para caer rendido de amor.

Por eso sé que el amigo Michael, pediría prestada una baraja (o la haría aparecer) y contaría una historia de un sitio que era un bar, un club , un restaurante y un mirador, al tiempo que hace mezclas y cortes imposibles , chasca los dedos, sonríe y aparece un enorme 11 de corazones entre las manos para que usted pueda llevárselo a casa envuelto en forma de recuerdo inolvidable.

P.D: A Juan y Susana por su truquito de magia conmigo

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lunes, 7 de febrero de 2005





Finalmente pudimos averiguar quién es Bob. Las carreteras están llenas de carteles con su nombre y ninguna mujer envuelta en neopreno le busca. Más fácil que todo eso. Bob es el tipo que no beberá esta noche mientras todos salgáis de fiesta, el que cuidará de vosotros y pasará de las birras y las copas. El tipo que llegados los primeros desvaríos, se quedará mirando desde fuera del espejo. El que soplará y el que -medio paternal , medio jodido- os dará las buenas noches (o los buenos días si se tercia) sabiendo que hizo un buen trabajo. Por eso, casi nadie quiere ser Bob.

Por extensión, Bob es el tipo que te cuida cada noche , ese que espera paciente en la madrugada a que vuelvas (puede que acompañada por tu príncipe azul disfrazado de arlequín) y el que se apuesta detrás de los zaguanes las noches de carnaval , justo cuando alcanzas el portal y en las manos la cajita de sorpresas que encontraste en la plaza, la noche que la locura secuestró a las hadas enamoradas. El que te arropa la resaca y los delirios y el que se marcha para dejarte vencida y a solas con tu ramillete de máscaras rotas. Después de todo, nada te preocupa esta noche.

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domingo, 6 de febrero de 2005


Un tipo joven y solo por las calles del barrio rojo portando dos bolsas llenas de postales de museos en una mano y un mapa de la zona en la otra. Cruzando los canales con andares despistados y deteniéndose intencionadamente para escuchar las conversaciones de los grupitos de españoles que recorren las calles. Si se le mira de fuera, parece que busca, aunque en realidad sólo curiosea. Tuerce Kersksplein y avista los primeros escaparates. Por las pintas, parece la zona latina y enseguida las primeras mulatas intentarán entablar conversación. Aligera el paso y encara de nuevo las calles más concurridas, le agrada observar a las parejas de novios entrando a los espectáculos eróticos y a las chicas saliendo de los sex-shops con toda suerte de artículos que esa misma noche tendrán a bien probar a solas o en compañía. Es entonces que piensa en ella y en lo estupendo que sería comprar juntos un par de entradas y una bolsa llena de juegos para amarse.

Localiza la iglesia y la callejuela estrecha (por la que apenas pasa una persona de costado), la recorre arriba y abajo jugando a mirar cada escaparate, y a veces , de cinco o seis seguidos que avista, todos aparecen con la cortinita echada, así que luego volverá para descubrir las nuevas formas de mujer antes escondidas. De no ser porque uno cuando camina solo, lo hace pensando en sus propios asuntos (a veces en los de otros) y en su mismo idioma, apenas le hubiera inquietado que una de las puertecitas se abriera tras él y aquella voz le hablara en perfecto español: "¡Chico guapo. Ven, acércate!, ¿de dónde eres?" Como ya intuye el procedimiento, sabe que la sonrisa de Sirena es de saldo, lo mismo que los guiños, lo único que cambia es el envoltorio, algo distinto al resto porque ella no es rubia, no es nórdica, tampoco oriental. Podría pasar por italiana, pero antes de que siga con los supuestos, ella habla de nuevo: “Eres español, verdad?, de dónde eres?. Yo soy de Sevilla". Demasiada información a cambio de nada. Aún no ha abierto la boca y ella ya se ha presentado, nada más falta que saque la foto de la primera comunión. "¿Quieres pasar?  Te hago lo que quieras”. Pregunta de obligada respuesta y el tipo joven que da las gracias, pero que nunca ha estado. "Pues mejor me lo pones. Alguna vez tiene que ser la primera. ¡Anda pasa!" Para entonces hay gente que se agolpa y que mira. "¿Estás aquí por trabajo?"  "Sí, y tú?" y de nuevo sonrisa de sirena. Tiene su gracia la cosa pero sin querer entablan conversación, sirena le cuenta algún entresijo, la tarifa y los servicios acostumbrados, el tipo joven abre los ojos de niño sorprendido que aprende cosas que no imagina, Sirena le habla de otras sirenas y de sus designios. La gente que antes se agolpaba ahora se aleja una vez que deciden que nada interesante va a ocurrir. "¿Seguro que no quieres entrar?" y chico guapo que se despide (No, gracias. Llevo prisa, cuídate) buscando el final del pasillo de luz roja y encarando la plaza. Plaza que no llega a cruzar del todo porque piensa en algo y da media vuelta, busca el atajo a la casita encantada pensando que tal vez debiera haber dejado un rastro de miguitas y se planta ante Sirena  de nuevo que le pregunta si cambió de idea. El tipo joven (que no atraviesa el espejo) saca de la bolsita de postales una de sus favoritas y le pide que la acepte como pago por sus servicios de sirena contadora de historias. Finalmente desaparece.

Un tipo joven y solo vuelve a casa pensando en sus propios asuntos y en los de otros, a veces en su idioma, a veces en otros. Piensa en Sirena, en si esa noche la tratarán bien o alguien le dirá cosas bonitas cuando atraviese el espejo, si quizás está pagando un master o el alquiler de un apartamento o si en realidad a las sirenas les importa un carajo lo que piensen de ellas porque para eso son sirenas. Aunque él no lo sabe, mientras toma la salida de la autopista que le llevará al norte, Sirena termina de prender una postal con girasoles radiantes que esa noche iluminarán su pequeño y revuelto planeta de látex.

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sábado, 5 de febrero de 2005


Al acabar me pides que me ría,
como antes, del mundo,
y que diga que es nuestro,
todo nuestro, con la alegre insolencia
que nos dan las victorias del placer.
Y es cierto, dominamos este valle
blanco y caliente, esta cama
que nos regala un reino
si no abrimos los ojos.

Pero el tiempo insultante, no me deja creer
y me rasga los sueños:
tenemos poca cosa que sea sólo nuestra,
nada más que tu cuerpo y mi frío
escondiéndose dentro de ti.

(Pere Rovira, Distancias)

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viernes, 4 de febrero de 2005


Llevo poco tiempo en el mundo de los scons. Me confieso un recién llegado, un desconocedor de la materia. Como diría Drexler, “antes” del Hotel New York nada era lo mismo, yo no era el mismo. Aun a riesgo de parecer repetitivo, hay lugares de los que uno se enamora y a los que quiere volver siempre. No tiene explicación, pero es así. En cualquier caso, ahora es momento de hacer una presentación amable de los scons para que si algún día tienes la oportunidad , te dejes llevar por la experiencia. La mía es breve pero intensa. Como ya he dicho, los scons son amables, amables y simpáticos. La propia palabra confiere felicidad a quien la pronuncia. Haz la prueba ; mientras lees estas líneas di en alto : scon. El efecto es casi inmediato, serás un poco más feliz. Si estás a solas, puedes incluso gritarlo (se requiere el mismo convencimiento con el que alguien clama al aire un amor) y si estás en compañía siempre puedes dejar caer la palabra en una pregunta, como quien no quiere la cosa : “Mi cielo, ¿sabes qué son los scons?” y a partir de ese momento la dicha compartida estará asegurada.

La historia de los scons, para quien no la conozca, se puede contar como un pequeño cuento, en realidad importa poco el resto, los ingredientes o la procedencia (parece ser que inglesa). Lo que cuenta de los scons es el ritual de compartirlos. Esa es la primera regla: jamás comas scons a solas. Tampoco vale cualquier manera de empezar. Mi primera vez fue deliciosa (en el sentido más amplio de la palabra). El escenario , una típica casa del centro de Amsterdam en compañía de unos amigos, los culpables (mil veces gracias) de mi amor por el New York , alguno de los cafés de la ciudad y las bicicletas. Es el mejor de los comienzos ; tomar mate en la cocina mientras Juan prende la pavita y Susana prepara la masa. La cosa se crece si la conversación acompaña, ya sabes; viajes, libros, museos y la vida. Buenos temas para arrancar. Luego preparas nata montada y te sientas a la mesa a seguir mateando. Tomas un scon, lo abres en dos mitades y te sirves tanta nata y mermelada casera como gustes. Música recomendada : Spinetta.

La otra “mejor opción” es pedir un “High Tea” en el hotel New York. Entre las tres y las seis de la tarde, también aquí es de obligado cumplimiento no acudir solo , entre otras cosas, para poder disfrutar de la cara de sorpresa de tu acompañante cuando traigan el té , los emparedados y la torre de tres pisos llena de dulces y chocolates. Normalmente los scons ocuparán la primera bandeja junto a la crema y la confitura. Tómate todo el tiempo del mundo, contempla los barcos transitar por la bahía y escribe algo bonito en una servilleta , algo para ella. Música recomendada : Stravinsky (al fin y al cabo un scon es un poco cronopio) . Vuelve a pronunciar en voz alta la palabra mágica, a partir de ese momento sucederán varias cosas ; tú serás indiscutiblemente más feliz, ese tipo con aspecto de gángster te mirará extrañado y finalmente, la camarera resolverá que has pedido ración extra. No importa. Tienes toda la tarde y barquitos suficientes que mirar.

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jueves, 3 de febrero de 2005


Lista de infracciones (reales) cometidas en las últimas tres semanas :

· Circular 500 metros por un dique en dirección contraria. Nos perdimos cerca de la playa.

· Invadir el carril tranvía en Amsterdam. Reacciono pronto antes de que el disgusto sea mayor , por fortuna puedo “asaltar” el carril bici. Los ciclistas en Holanda suelen ser altamente comprensivos y apenas te miran mal. Ni aun cuando ocupas su espacio.

· Circular por autopista a 105 kilómetros por hora en repetidas ocasiones. La velocidad máxima es 100. Todo el mundo la respeta. Cruzando el túnel de Beneloux hemos superado con creces dicha velocidad (la prudencia aconseja no dar más información).

· No ceder el paso a los ciclistas en las rotondas , al menos media docena de veces diarias . Siempre por falta de costumbre.

· No ceder el paso a los peatones por el mismo motivo del punto anterior. Que nadie se inquiete.

· Circular en dirección contraria por la zona portuaria de Rotterdam. No quedaba otra (era de noche y confundió el camino) . Una mala señalización nos hace tomar el acceso equivocado mientras un grupo de vehículos se dirige hacia nosotros en avanzadilla. Tampoco podemos volver a la derecha porque ahora el carril está ocupado por vehículos enfadados, así que decidimos…

· Circular por las aceras de Breda. Ahora entiendo lo de la rendición. El caso es que unas indicaciones algo confusas me llevaron a ocupar la zona peatonal.

· Invadir la mediana deteniendo el coche a sangre fría apenas a unos centímetros de una señal de tráfico que se levanta indiferente ante nosotros. Esperar a que terminan de pasar los vehículos a derecha e izquierda (esta vez se mostraron menos comprensivos) y recuperar la dirección adecuada.

· Detenerse a hablar en un escaparate del barrio rojo con una prostituta sevillana. Tiene su gracia la cosa. Me cuenta algún entresijo del oficio y resulta ser la anécdota perfecta para los chicos. Quisieran conocerla, pero como en los cuentos de hadas, creo que no sabría encontrar el atajo de vuelta a la casita encantada. Conviene aclarar que no atravesé el espejo.

· Echarte de menos más de lo permitido por la ley holandesa vigente.

Publicado por Puzzle a las 20:27
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miércoles, 2 de febrero de 2005


Hoy he decidido ser un recortable de papel, perfilando mi silueta entre las paredes y las calles, proyectando mi sombra contra las cornisas del viejo café que tanto nos gusta habitar, con su escalerita de madera y su vino dulce y caliente desde donde miramos el canal. Adelantaos, que os cojo enseguida, quiero quedarme un ratito entre la gente, camuflado con mi aspecto de japonesito “fotografíalotodo” y no dejar de mirar los tranvías y las bicis.

Publicado por Puzzle a las 22:30
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martes, 1 de febrero de 2005


Volveré a pensar en ti con el amanecer primero , justo cuando los últimos copos dejan la casa envuelta en un gran telón blanco que se alza anunciando el comienzo del nuevo día, al tiempo que la cafetera se declara en estado de rebeldía. Tiritaremos el coche y mi cuerpo, unidos por una extraña sincronía que sólo puede significar una vez más tu ausencia y la desagradable sensación térmica que produce el no tenerte. La privación de algo querido siempre nos lleva a buscar aliados y compadres, acaso una canción o una botella de vino, acaso las dos cosas, aunque la prudencia aconseja optar por la canción. Me atrevería a decir que hace días que hago el mismo trayecto de manera automática, casi siempre imaginándote en tu pequeño planeta , (el que habitarás en este mismo instante) levantando la mirada y dibujando figuritas con los dedos en las ventanas empañadas por el frío. A veces, quien sabe , prendiendo una sonrisa o la luz del cuarto que también se te antoja tembloroso y distinto.

El resto será lo de siempre estos días. Puede que termine acostumbrándome a la sopa de guisantes y salchicha de la cantina , a Cees gritando bien alto mi nombre cada vez que aparece en la sala, a las alertas rojas y amarillas del servidor de Bloomberg en Nueva York y a la cerveza holandesa. A que cierren todo a las cinco de la tarde y a que tengan preferencia las bicicletas y los tranvías. A comer poquito y a cenar mucho. A no correr por la autopista y a comprar El País con un día de retraso.

Incluso a que un coche se empotre contra el mío de camino al trabajo.

Publicado por Puzzle a las 19:39
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