Cuando todo se rompe, cuando las cosas no son como esperas y te escapas por las esquinas doblándolas como si fueras la mujer forzuda cuando se enfada, daría media vida por saber en qué piensas y guardaría la otra para un rescate a la desesperada. Alejarse, marcharse, dar la media vuelta es todo en uno . Entonces se quedan las calles temblando y sorprendidas, como si fueran testigo del mayor de los cataclismos que sobreviene antes del mediodía, cuando casi nadie estará preparado aún para la tragedia. El resto se conoce.
Por eso y por más cosas, cuanto todo se rompe y te escapas por las esquinas doblándolas como si fueras la mujer forzuda cuando se enfada, los focos de la pista central se encienden y proyectan su gran chorro de luz hacia el payaso de la función de tarde , que soy yo.
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