martes, 1 de febrero de 2005


Volveré a pensar en ti con el amanecer primero , justo cuando los últimos copos dejan la casa envuelta en un gran telón blanco que se alza anunciando el comienzo del nuevo día, al tiempo que la cafetera se declara en estado de rebeldía. Tiritaremos el coche y mi cuerpo, unidos por una extraña sincronía que sólo puede significar una vez más tu ausencia y la desagradable sensación térmica que produce el no tenerte. La privación de algo querido siempre nos lleva a buscar aliados y compadres, acaso una canción o una botella de vino, acaso las dos cosas, aunque la prudencia aconseja optar por la canción. Me atrevería a decir que hace días que hago el mismo trayecto de manera automática, casi siempre imaginándote en tu pequeño planeta , (el que habitarás en este mismo instante) levantando la mirada y dibujando figuritas con los dedos en las ventanas empañadas por el frío. A veces, quien sabe , prendiendo una sonrisa o la luz del cuarto que también se te antoja tembloroso y distinto.

El resto será lo de siempre estos días. Puede que termine acostumbrándome a la sopa de guisantes y salchicha de la cantina , a Cees gritando bien alto mi nombre cada vez que aparece en la sala, a las alertas rojas y amarillas del servidor de Bloomberg en Nueva York y a la cerveza holandesa. A que cierren todo a las cinco de la tarde y a que tengan preferencia las bicicletas y los tranvías. A comer poquito y a cenar mucho. A no correr por la autopista y a comprar El País con un día de retraso.

Incluso a que un coche se empotre contra el mío de camino al trabajo.

Publicado por Puzzle a las 19:39
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2 desvaríos:

Anónimo dijo...

Me quedo con varias dudas. Para empezar, no sé si lo del coche es real, es decir, has tenido un accidente?. Y tampoco me queda claro si es un post alegre o triste. Qué me dices?

Anónimo dijo...

Sin duda, el mejor aliado, una canción (si puede ser de McKennit o La Penguin, para relajarse). Y lo de acostumbrarse... Bueno, hay costumbres y costumbres, colores y colores... A mi me gusta dibujar corazones en los cristales empañados.

 
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