Le dijeron que Mari ya no está con nosotros, que ahora está en un lugar mejor. Mucho mejor. Le preguntaron si lo entendía y la mujer más guapa del mundo susurró que en cierta manera siempre lo supo, y todos nos dimos cuenta de su enfado con la vida. El día que se quebró un poquito más la corteza de su corazón y decidió seguir a su abandono, el justo instante en el que ella también deseó para sí misma volver junto al abuelo y que la encajonaran en los boxes de un hospital cualquiera para tomar la salida de una carrera que le llevara a un lugar mejor.
Su lugar mejor.
Su lugar mejor.
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