La mansión es grande, ocupa una cuadra y la mayor parte pertenece al jardín interior, donde tantas horas pasé sola o en compañía de Diego y su vasto círculo de amistades: alumnos, políticos, artistas, familiares o simples vecinos. Es un universo delicado, repleto, doliente y gozoso a la vez. En poco tiempo, mi actividad como profesora se vio interrumpida por problemas de salud. Confinada a guardar cama, recuerdo la habitación decorada con exvotos, juguetes de feria, abrecartas, figuritas de yeso, de alambre, de cartón, de azúcar, de papel de China, cartoncitos recortados, petates , huaraches, flores de cera, tocados, piñatas y máscaras; fotografías de seres queridos , armarios y repisas . A veces , me veo en el comedor presidiendo la mesa, vestida con galas para la ocasión, en reuniones de ambiente selecto. Flores, frutas y loza de barro adornan el resto de la estancia.
Me marchaba cuando descubría los engaños. Perdonaba a Diego y volvíamos a las casas rosa y azul. En aquellos años, yo también fui infiel y tuve por testigos silenciosos los espejos, el avioncito, las ventanas, los alcatraces, los colores y los muebles. Todos ellos ahora intactos; como los cuadros. Las puertas del inmenso estudio invitan a adentrarse y descubrir en un pequeño cuarto un bastón y un sombrero; subir las escaleras, entrar a la azotea, pasar el puente y cruzar ese otro universo: la casa azul y los pisos que ahora vuelven a ser amarillo congo.
En el estudio de pintura queda la silla de ruedas vacía frente a un caballete donde reposa inconcluso un retrato, el mío. Cuando se entra en la cocina, por las altas paredes, pegadas en filigrana, cadenas de diminutos pucheros van dibujando dos palomas de la paz con nuestros nombres entrelazados. Aunque caótica, siempre fui sumamente ordenada, llegando a convertirme poco a poco en una suerte de ordenador personal. Las vitrinas acristaladas del estudio dan prueba del cariño y fervor con el que archivaba cartas, facturas, recortes de prensa y cada recuerdo personal. Asimismo, libros de filosofía, poesía, arte y política, tanto en francés, español como inglés, se apilan en las estanterías junto a gruesos volúmenes de medicina, disciplina por la que Diego siempre se sintió atraído. Para contrarrestar la abundancia de objetos de todo tipo que conformaron mi mundo, nada mejor que respirar el aroma templado del patio interior, que es también un jardín tropical cuajado de flores y árboles con una fuente que arrulla. Un reino de sol, incluso a la sombra. Una siesta estival para días de alcatraces y tequila o de fiestas grandes con marcado sabor intelectual . Días de lágrimas, angustia y dolor.
Se dice que es una bendición nacer y morir en la misma casa. Yo tuve esa suerte, pues he nacido y he muerto mirando su jardín. El mismo jardín con un salto de agua, la pirámide escalonada y el cuartito independiente donde guardar la podadora.
4 desvaríos:
Se sale un poco de tu estilo pero es muy bonito. ¿ No hablará por casualidad de Frida y de su marido?.
Besitos.
Exacto.
Pues si te digo la verdad, conforme más lo leo más me gusta.
Estoy convencida de que habla de Frida y Diego...la descripción del espacio es insuperable!!!.
Analía.
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