Entusiasmarse como niños es cosa fácil. Sal a pasear antes del taller literario, entra en Cálamo y pregunta por algún libro de cuentos de Roberto Arlt. Sorpréndete gratamente cuando León te muestra la antología completa medio escondida en la estantería de la letra A (colocada como para no ser descubierta) y demuestra agradecimiento. Aparta el libro como un tesoro sobre el mostrador y sigue buscando. Te quedan por descubrir colecciones completas de Moleskines, agendas con las tapas más bonitas que hayas visto, recortables de magos y Titanics y cartas-beso . Los libros siempre te encuentran a ti, nunca es al revés. Dirígete al taller con tu bolsa llena de cuentos y muestra el trofeo hinchado de orgullo. Entonces discute apasionadamente acerca de "Casa tomada" e inventa diálogos de encuentros ñoños. Sigue la conversación de los demás con los oídos bien abiertos. Acepta el ofrecimiento a una cerveza improvisada en el ascensor y enséñales un truco de magia. Busca la mejor compañía y desvanécete entre explicaciones de magos y prestidigitadores. Aún queda lo mejor del fin de semana. Vuelve a Cálamo el Sábado de mañana, las buenas costumbres han de repetirse . Te esperan más sorpresas, como esos libros de magia antigua, uno de ellos del Gran Robert-Houdin, las explicaciones de su Teatro Mágico bien merecen la mejor de tus entregas. Lo mismo un Vermout casero de sifón y esas papas con mojo del garito que encontró Patricia, comprar monedas de plata en los puestos de la plaza - ahora ya sabes distinguir las que son de Denver- y recorrer el paseo deteniéndose en los chiringuitos (esa bufanda te quedaría bien) y embobarte con barquitos de vapor y soldaditos de lata.
Pero espera, que aún te queda mucho que compartir, llama a tu mejor amigo (el de toda la vida) y resuelve el mundo mientras buscas sitio para aparcar. Un capuccino en el Café del Sur es un buen comienzo, un poco de comida hindú y unos quemadillos la mejor de las recetas para planear un día de vuelo a Santa Cilia y disfrutar de un bautismo en velero (y de vuelta a casa volando). Admíralo profundamente por cómo observa el mundo , programa una siguiente vez para visitar a ese compañero de escuela y degustar sus famosos solomillitos. No dejes de regarlos con un buen vino.
Conserva el niño que llevas dentro y sácalo a pasear por las calles de la ciudad, nota cómo te quema por dentro la vida y emborráchate de ella una vez más.
1 desvaríos:
Gracias por el post Marelle!. Como puedes ver, está vivito y coleando y entre todos podemos ir construyendo uno propio donde plasmar el trabajo que vayamos haciendo desde el taller. Hemos salido ñoños pero echaos "palante". Somos buena gente todos y eso es lo que importa. Seguro que hacemos buenas cosas juntos.
Un abrazo!.
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