La ciudad se quema justo el día en el que decido alimentarme sólo con manzanas y buenas intenciones. No es niebla, es humo lo que devora las calles y lo que me impide ver más allá de todo. Resuelvo postergar mi ingesta de manzanas y mantengo lo de las buenas intenciones. Salgo a la calle en busca de las sirenas y las luces de ciudad. No quedan sirenas y las luces de ciudad se han declarado en estado de excepción. Decido escribir algo incierto que no implique nada concreto. Sin llegar a ser ambiguo, busco la manera de decir que se ha quemado un edificio cercano, que hoy sólo comeré fruta y que todo va a salir bien.
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