Papel arrugado y hecho bolita encontrado al lado de la papelera (posiblemente una canasta fallida desde los cinco metros ) del despacho de la chica de Recursos Humanos , conocida no solo por sus piernas infinitas sino porque siempre y sobre todo, anda gastando grapas que nunca repone. Una vez rescatado y recompuesto por las manos casi de curandera de la señora Emilia (antes de dedicarse a limpiar escaleras y oficinas, Emilia se sacaba un dinerillo haciendo lo que podía o le dejaban, intentándolo todo, adivinación , quiromancia y líneas eróticas o de ayuda a desesperados que no pueden dormir) es sometido al no menos importante procedimiento de ser descifrado por un equipo de expertas grafólogas -constituido por la representante sindical , una becaria bien vista por Gerencia y la propia Emilia- que de tarde en tarde se reúnen en el office o en el despacho de Povedano (que nadie sabe dónde se mete los Viernes de cinco a ocho) para tratar asuntos de extrema importancia como el que les ocupa ahora o como el embarazo de la princesa , y que terminan de reconstruir el texto que , siendo hallado en las cercanías de la mesa de la responsable de Contratación , sólo puede ser una declaración de amor en toda regla con ciertas intenciones adicionales, novedosas en el modo y en la forma, que no por ser menos nobles o convencionales, desmerecen de atención. A nadie le sorprende, sin embargo, el contenido o el tono del intrigante mensaje , ni siquiera el hecho de que emisor y receptor sean ambos (ambas?) del mismo sexo o signo zodiacal. La becaria piensa que por la posición de la Luna en Géminis, la relación será un poco tormentosa pero fructífera y la señora Emilia dice que ella qué sabrá de eso, que menuda espabilada y que no les da ni cuatro meses. La representante sindical que en realidad anda en otra cosa, haciendo cuentas con la paga extra de verano y los días que aún le deben de vacaciones, decide permanecer en silencio porque fue educada bajo la máxima que ahora no recuerda bien pero que viene a decir algo así como que somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos y que, invariablemente intenta aplicar en su vida aunque no siempre con éxito. Finalmente -con el acuerdo unánime de toda la asamblea- deciden aplastar la nota que vuelve a ser arrojada , esta vez para caer sobre una gran montaña de latas de refresco y envoltorios de chocolatinas y de la que será imposible escapar a otro destino que no sea puramente el ecológico , o lo que es peor, al del más espantoso de los olvidos.
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