Se querían y se desquerían. Como casi siempre, el orden de los acontecimientos era el mismo; coincidía que justo después de decirse lo bien que estaban y lo mucho que se gustaban, esa misma tarde se lanzaban todos los objetos volantes de la casa, algunos impactaban en la cara y los más dolorosos en las entrañas, justo por el lado que más dolía. El lado que más dolía se iba ensanchando y se terminaba apoderando del resto de los lados. Se enamoraban y se desenamoraban todo en uno , al mismo tiempo , ciento treinta minutos después de haber hecho el amor o de haber jugado a ser otros o de haber creído que visitarían el mercado de las pulgas. Las batallas que ganaron por debajo o por encima de las sábanas las perdieron fuera de ellas , así que no quedó mucho más por hacer o por decir. La chica desapareció sin dar opción ni explicaciones y la vida le trató bien. El chico se hizo domador de pulgas y con el tiempo tampoco le fue mal.
3 desvaríos:
Me gusta mucho, que bien describe a las parejas. Crees que podré domar mosquitos?, es para ir preparándome para el veranito.
Se puede domar toda clase de animales, insectos y hasta plantas, pero al corazón...difícil.
Real como la vida misma, lo que no queda muy claro es si ellos realmente se quieren o si es solamente un espejismo, una necesidad , una adicción o un amor real...
Menos mal que por lo menos a los dos les terminan marchando bien las cosas.
Un beso
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