Clemente no es nombre para un conejo, a lo mejor para un gallo o un periquito, pero no para un conejo. Los conejos suelen tener nombres importantes que terminan en “o”, como Manolo o Benito, me gusta como quedan todos esos nombres que terminan en “o”. También me gusta Cristina. Me pone contento que me rescatara de aquella caseta de feria y me llevara con ella. Es cierto que los conejos son de otra forma, más bien tirando a peludos y suaves. Yo estoy hecho de retales de trapos y me tienen que lavar a mano para que no encoja.
Cuando Cristina me baña, canta canciones de su país que no entiendo, canciones lejanas que suenan a pandereta y cascabel, a noches frente a una hoguera, canta bajito y le brilla la mirada, luego se queda pensando con la vista puesta en el marco de la puerta, a veces creo que espera que ocurra algo, luego se le pone cara como de estar en otro lugar, como de hacer un largo viaje del que regresa cada día. A Cristina le queda bien su nombre porque termina en “a” , como Patricia o Melisa, le queda casi tan bien como los vestidos que diseña para ponerse guapa los días soleados, después con los retales me hace algún arreglo y juega conmigo a disfrazarme de artista de circo o de muñeco de trapo.
Cuando cae la noche, me acuna y me dice: "Clemente, Clemente, es la hora de dormir, cierra los ojos y sueña con magos y con chisteras". Y a mí , eso de Clemente , me sigue sin convencer y a ratos me dan ganas de decirle cuatro cosas, pero mejor me callo, a ver si se va a enfadar conmigo y me devuelve a la caseta de feria.
Ilustración: © Kristina Sabaite
Cuando Cristina me baña, canta canciones de su país que no entiendo, canciones lejanas que suenan a pandereta y cascabel, a noches frente a una hoguera, canta bajito y le brilla la mirada, luego se queda pensando con la vista puesta en el marco de la puerta, a veces creo que espera que ocurra algo, luego se le pone cara como de estar en otro lugar, como de hacer un largo viaje del que regresa cada día. A Cristina le queda bien su nombre porque termina en “a” , como Patricia o Melisa, le queda casi tan bien como los vestidos que diseña para ponerse guapa los días soleados, después con los retales me hace algún arreglo y juega conmigo a disfrazarme de artista de circo o de muñeco de trapo.
Cuando cae la noche, me acuna y me dice: "Clemente, Clemente, es la hora de dormir, cierra los ojos y sueña con magos y con chisteras". Y a mí , eso de Clemente , me sigue sin convencer y a ratos me dan ganas de decirle cuatro cosas, pero mejor me callo, a ver si se va a enfadar conmigo y me devuelve a la caseta de feria.
Ilustración: © Kristina Sabaite
4 desvaríos:
Precioso... que tambien acaba en "o".
Cierto, precioso el cuento y precioso el dibujito.
Felicidades, como siempre!
pues a mi clementE me parece un buen nombre, se le ve un conejo sensiblE e inteligentE.. debe ser lo que tienen los nombres terminados en E...
:-P
Es verdad querido amigo, hay que andarse con ojo para ser feliz. Relato hermoso y refrescante. Creo que me gusta también Cristina. Buenas noches.
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