Lo único que realmente importa en la vida es mantener un trozo de cielo azul sobre nuestras cabezas, aunque luego vengan los aviones y lo emborronen todo con sus estelas, aviones que vienen de lejos, de muy lejos, y se entremezclan con las nubes, sobrevuelan alguna playa -digamos australiana- naciendo de sus entrañas cuerpos nubosos tan grandes como un país o como un amor que no se olvida, y entonces miramos, nos preguntamos en voz alta qué será de los ocupantes de las aeronaves, imaginamos que se cogen de la mano antes de elevarse, o que dicen algunas oraciones cuando el comandante anuncia que se agotaron las bebidas alcohólicas y que las azafatas ya no harán el amor en los lavabos, siempre con la mirada y el corazón orientados hacia algún lugar, hacia algún destino, ajustando el cinturón y los asientos en posición vertical, ojeando alguna novela, alguna de las obras maestras, una de Proust por ejemplo, esa en la que dice que lo único que realmente importa en la vida es mantener un trozo de cielo azul sobre nuestras cabezas y entonces pensar que debería ser algo más -ya sabes- la vida o lo que nos contaron que era la vida: saborear algunas derrotas, superar adicciones que nunca debimos tener, conocer el placer de un cuerpo desconocido, ser grandes para los nuestros y dejar una estela de luz en la mesita de noche de la mujer que amamos.
3 desvaríos:
Una de esas maravillosas causalidades me ha traído hasta tu blog y me alegro mucho del hallazgo. Tienes un rinconcito encantador y este post me parece hermoso y sabio.
Besos!!!
muy bien
muy bien
como siempre...
interesante
www.lanaveargos.blogspot.com
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