martes, 27 de septiembre de 2005


La portera de la comunidad refunfuña mientras barre la escalera, se queja porque ahora las mañanas no serán las mismas sin Iñaki, que ella lo único que tiene es la radio y el bingo de los sábados, que es justo el día que no toca recoger la basura, y que ahora sin Iñaki le queda un vacío tremendo porque la tele no es lo mismo y a ella le gustaba imaginar cómo era Iñaki mientras escuchaba su voz. Asegura que no piensa seguir su programa en el nuevo canal digital. Intento no pisar el montoncito recién barrido y me aparto, como pasando de refilón, de puntillas más bien. Pienso en mañanas vacías , pienso en eso y en cuándo mis mañanas no son las mismas y mi verdadero vacío es el cráter que se va formando justo a un lado, entre el hemisferio Sur de nuestro planeta cama y la pared con las fotos de bailarinas en blanco y negro. Yo sé que a veces te llevas la manta y me da frío en los pies, pero luego me basta con lanzar un brazo sonda hasta que atrapa esa espalda tuya tan desnuda.

A ti te he dejado en la estación un par de horas antes, temprano, muy temprano, siempre dices que prefieres coger un taxi, que mejor me quedo en la cama, sé que lo dices con la boca pequeña, pero me sabe mal a esas horas, tan de noche aún, me cuesta un mundo imaginarte arrastrando la Samsonite de fin de semana y aquel bolso donde metes media vida y algún libro recién sacado de la biblioteca para tus congresos o para el camino. Love, yo te acerco a la estación, no me importa madrugar, todo estará bien en cuanto subas al tren y me haga idea de que el Lunes queda a la vuelta de la esquina. Entonces recorro el camino inverso, también sin Iñaki, pero sobre todo sin tu silencio adormecido , sin tu mano en la palanca de cambios acompañando mis movimientos, sin nuestras canciones, en dirección a casa, tocando un ritmo suave con los dedos, buscando regresar al cuarto, todavía es pronto y aún podré remolonear un rato, al lado del cráter , de las fotos y de los rastros de ti.

Publicado por Puzzle a las 1:58
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6 desvaríos  

jueves, 22 de septiembre de 2005


« […] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»

(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido: Por el camino de Swann)

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10 desvaríos  

domingo, 18 de septiembre de 2005


Casi puedo afirmar que no está. Después de varios días de minuciosa investigación, la ausencia de Nicolás es un hecho. Me he pasado muchas horas de las últimas 48 olisqueando el aire en busca de su rastro. Él no sabe que su piel huele como la leche tibia de mi madre, por eso lo lamo a todas horas con una fruición que le hace reír y que le encanta, por más que a veces finja estar harto de mí. Nicolás no ocupa ya la mitad de la cama, aunque ella siga durmiendo en el mismo lado, como respetando su ausencia. Ya no suena por las mañanas la horripilante melodía de su móvil despertador, ni se levanta despeinado y sale pitando al trabajo, deseando volver cuanto antes a esas cálidas sábanas y a ese cuerpo de mujer que tan bien conoce.

Aunque no termino de comprender el porqué de algunas de sus camisetas, debo reconocer que me cae bien, que lo ha llenado todo de música y ternura. Ella canta feliz desde que lo conoce, cada día es un día más con él, una aventura nueva.

Ya saben jugar juntos, y no el uno contra el otro, me gusta mirarlos cuando se ríen e inventan uno de sus delirantes cuentos, me gustan las braguitas diminutas que ella se pone para él, son muy fáciles de romper, por eso espero que vuelva pronto, subiendo las escaleras de dos en dos, pero sin caerse, que se queje del mal olor que de repente flota en el ambiente y me bese en la nariz, que traiga vino y nos vayamos todos juntos al dormitorio, como una extraña familia feliz.

(Patricia E. Erlés)

Publicado por Puzzle a las 19:37
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5 desvaríos  

miércoles, 14 de septiembre de 2005



El resto de niñas querían ser cosas que yo no deseaba. Cosas insulsas. Yo, por encima de todo, quería ser musa. No sé si alguien es consciente de mis palabras, el verdadero alcance de su significado. Musa. Enamorar a hombres creativos y ser su fuente de inspiración. El centro de su pequeño universo. El detonante de algo grande. Un Big Bang con faldas.

No tardé en descubrir que no hay nada más estimulante para una mujer que un hombre acariciado en su vanidad. Los hombres creativos (todo bosquejo de artista, en general) lo son, y un hombre vanidoso y enamorado resultar serlo en mayor medida, puesto que necesita defender –mantener diría yo- su condición de admirado. Ese es su punto débil , el talón de Aquiles del que me sirvo para pasar a la posteridad a través de sus obras, de sus creaciones. Cuántos músicos no habrán escrito melodías de amor (o desamor) inspiradas en mis abandonos o mis hostilidades, cuántos pintores no habrán querido (deseado) plasmar mi desnudez o la textura de mi piel infantil, cuántos escritores no habrán telefoneado borrachos en mitad de la noche, pretendiendo impresionarme con unos pobres versos inacabados que hablan de mi sexo inalcanzable o de mi feminidad abrupta y poco habitada, cuántos aspirantes a director de cine no habrán escrito un guión para mí con escenas imposibles y poco apropiadas, cuántos , cuántos de ellos –entregados y sumisos- no habrán tenido en mí a su musa que los guía ante la penumbra de una hoja en blanco, ante un lienzo o un pentagrama vacío. Cuántos no me han entregado su ternura y de cuántos no la habré recibido conmovida como si fuera la primera vez. Para cuántos no habré sido la única razón, el único motivo.

He ido dejando mi rastro, mi pequeña aportación a esta vida tonta e insignificante, estimulando egos caprichosos, capaces de buscar (o lo que es más ridículo aún: de encontrar un asomo de virtud donde apenas existe nada) la belleza escondida de algo potencialmente hermoso, todo por alimentar o satisfacer algún corazón hambriento y necesitado (el suyo propio o el mío), estableciendo un pacto de conveniencia con fecha de caducidad, que llega a su fin en el momento en el que la fruta se pudre y pierdo el interés (ni yo misma me entiendo) o hasta que un nuevo hombre me sorprende y de nuevo se deja iluminar por mi capacidad de suscitar en los demás lo que otras mujeres (aquellas niñas insulsas) no fueron, ni serán, capaces de provocar. Una gran explosión que desbarata todo y lo vuelve a reordenar, como un caudal de esperma que desemboca en algo caliente y hermoso, algo que siempre permanece y deja estela.

Publicado por Puzzle a las 20:37
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7 desvaríos  

sábado, 3 de septiembre de 2005




I

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas

II

El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube huracán
o aullido profundo
te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste

III

Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos

IV

Instálate en el humus sin miedo
al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído
revuélvele la espesa cabellera
con la espada de fuego usurpada
Muerde la manzana

V

Huele
Duele
Intercambia miradas saliva impregnante
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos

VI

Escucha caracola del oído
como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poos que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua

VII

Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
Navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo
Llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz

VIII

Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
-el mar como un vasto cristal azogado-
Duérmete náufrago.

(Gioconda Belli)

Ilustración: © Silvia Rodriguez.

Publicado por Puzzle a las 20:05
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