La portera de la comunidad refunfuña mientras barre la escalera, se queja porque ahora las mañanas no serán las mismas sin Iñaki, que ella lo único que tiene es la radio y el bingo de los sábados, que es justo el día que no toca recoger la basura, y que ahora sin Iñaki le queda un vacío tremendo porque la tele no es lo mismo y a ella le gustaba imaginar cómo era Iñaki mientras escuchaba su voz. Asegura que no piensa seguir su programa en el nuevo canal digital. Intento no pisar el montoncito recién barrido y me aparto, como pasando de refilón, de puntillas más bien. Pienso en mañanas vacías , pienso en eso y en cuándo mis mañanas no son las mismas y mi verdadero vacío es el cráter que se va formando justo a un lado, entre el hemisferio Sur de nuestro planeta cama y la pared con las fotos de bailarinas en blanco y negro. Yo sé que a veces te llevas la manta y me da frío en los pies, pero luego me basta con lanzar un brazo sonda hasta que atrapa esa espalda tuya tan desnuda.
A ti te he dejado en la estación un par de horas antes, temprano, muy temprano, siempre dices que prefieres coger un taxi, que mejor me quedo en la cama, sé que lo dices con la boca pequeña, pero me sabe mal a esas horas, tan de noche aún, me cuesta un mundo imaginarte arrastrando la Samsonite de fin de semana y aquel bolso donde metes media vida y algún libro recién sacado de la biblioteca para tus congresos o para el camino. Love, yo te acerco a la estación, no me importa madrugar, todo estará bien en cuanto subas al tren y me haga idea de que el Lunes queda a la vuelta de la esquina. Entonces recorro el camino inverso, también sin Iñaki, pero sobre todo sin tu silencio adormecido , sin tu mano en la palanca de cambios acompañando mis movimientos, sin nuestras canciones, en dirección a casa, tocando un ritmo suave con los dedos, buscando regresar al cuarto, todavía es pronto y aún podré remolonear un rato, al lado del cráter , de las fotos y de los rastros de ti.
A ti te he dejado en la estación un par de horas antes, temprano, muy temprano, siempre dices que prefieres coger un taxi, que mejor me quedo en la cama, sé que lo dices con la boca pequeña, pero me sabe mal a esas horas, tan de noche aún, me cuesta un mundo imaginarte arrastrando la Samsonite de fin de semana y aquel bolso donde metes media vida y algún libro recién sacado de la biblioteca para tus congresos o para el camino. Love, yo te acerco a la estación, no me importa madrugar, todo estará bien en cuanto subas al tren y me haga idea de que el Lunes queda a la vuelta de la esquina. Entonces recorro el camino inverso, también sin Iñaki, pero sobre todo sin tu silencio adormecido , sin tu mano en la palanca de cambios acompañando mis movimientos, sin nuestras canciones, en dirección a casa, tocando un ritmo suave con los dedos, buscando regresar al cuarto, todavía es pronto y aún podré remolonear un rato, al lado del cráter , de las fotos y de los rastros de ti.