domingo, 3 de septiembre de 2006


En noches como esta, tiene un sudor tan pegajoso y dulce que podrían hacerse caramelos con él. Es una especie de sopa en las sábanas, se revuelve y no concilia el sueño. Recuerda entonces a aquella chica de las tetas de plástico que le olisqueaba el pecho y las axilas, se acurrucaba como una bola de brazos cálidos y le decía cosas del tipo: me gusta tu olor. Luego se ponía con el culo en pompa y se dejaba hacer. De ella destacaría su colección de tangas de estampados felinos y la constelación de lunares que le nacían en el ombligo. Eso y en todo caso, la facilidad que tenía para sacarle de quicio.

Decide que para conciliar el sueño se podría masturbar un rato pero enseguida se aburre y no puede terminar. A ella también le gustaba su sabor, su sabor y su olor dulce y pegajoso, que le cogiera fuerte de las caderas y le dijera cosas sucias al oído. Cosas sucias alternadas con cosas delicadas. Un día ella se cansó y dejó de ver en él todo lo que antes le parecía exquisito e interesante. En realidad, lo que ocurrió es que lo que al principio le atrajo de manera poderosa, luego le produjo un rechazo infinito. Hay que joderse.

Cae en un letargo suave, está empapado en una sopa dulce que sabe bien. Piensa en lo de casi siempre, lejos de preocuparse o asustarse, se tranquiliza, porque en cierto modo sabe que vendrán otras mujeres que le dejarán en la mesita de noche, los mismos reproches, la misma vieja y conocida sensación de haber vivido aquello una y mil veces.

Publicado por Puzzle a las 5:25
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