Al finalizar el último round, los cuerpos seguían temblando y emanaban olor a macho y a hembra, también sonaban a bolsas de huesos rotos pero se veían hermosos en su agotamiento, en toda la extensión de la palabra rendición. Luego se recorrían la espalda, a veces sólo con las puntas de los dedos, como si diera miedo la electricidad, otras, se servían de sus bocas ávidas de sal y de sabores agridulces. Así hasta que ella se desplomaba de gusto sobre sus pechos llenos como cántaros. Claro que él no contaba con encontrarse al final de aquel tobogán de mujer, justo donde empezaba la cadera, una pequeña abertura de la que asomaba una extensión de cable fino y alargado. Siguió el cable con la mirada, salía de sus lumbares y caía a lo largo de la almohada. Un cable que nacía o aparecía del interior de una ánfora moldeada con las manos y que descendía hasta los pies de la mesita de noche, esquivaba al bueno de Faycan y abandonaba la estancia reptando como una triste inquietud.
¿Cómo podía ser que no hubiera reparado antes en algo así? Tan seguro como estaba de conocer el trazado sinuoso de aquel continente, saltó de la cama, quedó flotando sobre el cuerpo de mujer una pregunta en el aire y una nube de tabaco rubio, dobló el quicio de la puerta persiguiendo el cable, el extremo final de ella que escapaba fuera de la habitación y finalmente se encontró con una clavija culminando el extremo del cable: un enchufe en la pared era el final del trayecto, así que no pudo menos que dejarse llevar por la inercia, lanzó dos tirones secos hasta que soltó el conector y ella se apagó en un ronroneo lánguido y lejano.
¿Cómo podía ser que no hubiera reparado antes en algo así? Tan seguro como estaba de conocer el trazado sinuoso de aquel continente, saltó de la cama, quedó flotando sobre el cuerpo de mujer una pregunta en el aire y una nube de tabaco rubio, dobló el quicio de la puerta persiguiendo el cable, el extremo final de ella que escapaba fuera de la habitación y finalmente se encontró con una clavija culminando el extremo del cable: un enchufe en la pared era el final del trayecto, así que no pudo menos que dejarse llevar por la inercia, lanzó dos tirones secos hasta que soltó el conector y ella se apagó en un ronroneo lánguido y lejano.
5 desvaríos:
Me gustó mucho tu cuento. La imagen lo complementa perfectamente.
¡Saludos!
Ustéd Puzzle, y sus cosas.
Crestas! se me olvidó pagar la cuenta de la electricidad - esta noche no hay amor!
(Bueno, el cuento - me gustó.
¿leíste uno de un robot que escribí hace tiempo?
Creo que se llamaba "Xax".
Te lo recomiendo - está super)
esa mujer tendría que tener una pequeña batería portátil o en su defecto un grupo electrógeno para alimentar su espalda y el resto de su feminidad.
llama a mantenimiento.
Se le puso la carne de gallina y le dio un cortocircuito. El tipo que la acompañaba huyó escaleras abajo y ella se puso la bata de seda y se fumó el disgusto jurándose que para la próxima vez estaría preparada. De ahí el tatuaje en forma de enchufe.
Quizas que oscuras energias le daban vida a tal mujer.
Empiezo a preguntarme si solo ella esta conectada (o lo estaba, mas bien).
Buen relato Puzzle. Es un agrado pasar por aqui.
Saludos Parchesianos.
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