sábado, 15 de abril de 2006




Vivo en una tele extraña,
habitada por escritores de noticias
que recorren los pasillos arriba y abajo
”plumillas” -que diría alguien-
parecen tener prisa
y preocupaciones mayores
(alguien apresó
las máquinas de escribir,
las estilográficas Parker,
y en su lugar los ladrones
dejaron instrucciones precisas
acerca de cómo emplear
Times New Roman tamaño doce
sin que se rompa el mundo
ni la fotocopiadora)
Antes del noticiario
-Segunda Edición-
ajustan sus corbatas
y ensayan la sonrisa,
todo para que puedas
sintonizarlos cada día
en un horario incierto,
en una tele extraña.

Publicado por Puzzle a las 13:37
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3 desvaríos  

domingo, 9 de abril de 2006



Jacobo Fuentes es contrabajista en un cuarteto de jazz. Le acompañan cada noche un batería borracho, un pianista con nueve dedos (el que falta lo perdió en una apuesta) y un saxofonista con anticuerpos. En realidad lo único cierto en la vida de Jacobo es su apellido: Fuentes, porque le brotan las corcheas del mástil como si fueran chorros de esperma musical. Su nota favorita es la redonda, le gusta creer que las cosas tienen nombres generalmente acertados y que la redonda –por tanto- se llama redonda por algún motivo filosófico que relaciona el concepto de verdad con la esfericidad de las formas (la bien redondeada forma de la verdad) y de los senos. Jacobo habla poco y las pocas veces que habla suele decir que los senos son redondos como verdades y que cuanto más redondos son, más verdad descansa en ellos. Jacobo toca el contrabajo porque aprendió enseguida a distinguir que el sonido que emitía aquel instrumento era como el lamento de un animal marino que llora, un bramido triste y pesado. Tiene, además, gastadas las yemas de los dedos de tanto acariciar pechos fríos y pequeños como piedras lunares.

El caso es que si investigamos más en la vida de Jacobo (porteño y amante de los gnoquis y el bifé) resulta que es amigo de emplear cosas sin cosas, o cosos sin cosos que es como a muchos argentinos les gusta decir a las cosas de modo genérico, así que Jacobo toma el café sin azúcar, alimentos que no saben a nada y lee libros (más bien los ojea) sin contenido alguno que por otra parte nunca logra entender. Además le gustan las mujeres sin sexo o sin senos, lo que viene a significar que tienen pechos diminutos o el sexo cerrado como un pistacho.

Antes de las actuaciones toma bourbon, rememora o tararea temas de Pastorius y acostumbra a tener sexo en su camastro de la pensión de Gran Vía con dos gemelas tristes también con sexo de pistacho. Es su rito particular, luego es capaz de tocar cada noche horas y horas pensando en esas mujeres lánguidas. Por eso cuando Jacobo hace llorar su contrabajo, lo hace al tiempo que piensa en mujeres sin sexo, mujeres de senos diminutos pero redondos como verdades, mujeres de catre y hostal, mujeres para ser retratadas en blanco y negro cuando suena alguna tonada triste, melodías agónicas que se le escapan de los dedos (dedos gastados por el tiempo, dedos sin yemas de tanto acariciar mujeres pistacho y las cuerdas de su contrabajo), dedos que chasquea de vez en cuando para marcar el compás o para señalar el comienzo de un solo interminable, y mientras tanto el público entregado en un silencio respetuoso, quieto, estremeciéndose de tal modo con las semicorcheas tristes de Jacobo que ya no son capaces de levantarse de nuevo de sus asientos ni de sus propias vidas.

Publicado por Puzzle a las 15:51
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lunes, 3 de abril de 2006


Te visitan en la hora más oscura todos tus amores perdidos. El camino de tierra que conducía al manicomio se despliega otra vez como los ojos de Edna Lieberman, como sólo podían sus ojos elevarse por encima de las ciudades y brillar. Y brillan nuevamente para ti los ojos de Edna detrás del aro de fuego que antes era el camino de tierra, la senda que recorriste de noche, ida y vuelta, una y otra vez, buscándola o acaso buscando tu sombra. Y despiertas silenciosamente y los ojos de Edna están allí. Entre la luna y el aro de fuego, leyendo a sus poetas mexicanos favoritos. ¿Y a Gilberto Owen, lo has leído?, dicen tus labios sin sonido, dice tu respiración y tu sangre que circula como la luz de un faro. Pero son sus ojos el faro que atraviesa tu silencio.

Sus ojos que son como el libro de geografía ideal: los mapas de la pesadilla pura. Y tu sangre ilumina los estantes con libros, las sillas con libros, el suelo lleno de libros apilados. Pero los ojos de Edna sólo te buscan a ti. Sus ojos son el libro más buscado. Demasiado tarde lo has entendido, pero no importa. En el sueño vuelves a estrechar sus manos y ya no pides nada.

(Roberto Bolaño)

Publicado por Puzzle a las 19:43
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jueves, 23 de marzo de 2006


Sara te vuelve la cara. Siempre lo hace. Recuerdo perfectamente la última noche, en un pequeño restaurante no muy lejos del Teatro Principal: todas las cabezas se volvían como gárgolas al acecho para mirar las piernas infinitas de tu acompañante -menuda hembra- , teníamos que andar de puntillas para estar a su altura, pero a ella no le importaba, al fin y al cabo estaba allí por ti, por nosotros y aunque parecía una Atenea recién salida de la cabeza de Zeus, no dejaba de resultar familiar y cercana, como una prima segunda a la que observas apetecible y con la que tienes algún affair de verano.

Todos menos Sara, que siempre anda volviéndote la cara, o cruzándose de acera o leyéndote a escondidas desde su mesita de despacho universitario. Sabes que ella en realidad miraba y que se cruzaron por un instante las líneas de visión y de tiempo, luego giró su rostro de facciones suaves, pudiste apreciar la mueca, el disimulo, el gesto contraído. Podías haber pasado perfectamente por su lado sin decir nada, pero le rozaste el hombro y saludaste casi en un susurro. –No te había visto- dijo, -la miraba a ella, creí reconocer a alguien conocido-, después continuó como si nada, Sara distante, Sara sorprendida, Sara que no olvida y se revuelve por dentro, como una adolescente frágil que no entiende de dónde viene el dolor. Sara mujer y Sara madre, Sara esposa. Todas las Saras en una y todas volviendo la cara. Todas negándote, negándonos a los dos, pero sobre todo a ti que soy yo.

Publicado por Puzzle a las 9:05
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viernes, 17 de marzo de 2006


A veces ella es una bolsa que cuelga de una silla de ruedas,
una bolsa pequeña y desplegada,
queriendo caer,
que quiere celosamente caer
luego, alguna tarde
es una luz o un cometa
con una pulsera o un reloj nuevo
-regalo de cumpleaños-
también es un olvido,
un temblor,
una maceta descuidada
a la que puedes hablarle de cómo te ha ido el día
una ausencia que llora y te mira
que piensa que la vida no debería ser esto,
¿cómo puede ser esto?
lo más parecido a un mal sueño,
aunque cada vez importa menos
porque a ella se le están encharcando los pulmones
y a mí se me escapa la pena por los ojos
cuando me confunde con otra persona
una persona que nunca fui
pero yo le digo que soy esa persona
para que no se sienta más extraña aún
y le ajusto un poco la posición de la manta
mientras me dice cosas que a veces tienen cierto sentido
pero sólo a veces,
el resto del tiempo,
la bolsa se hunde despacio
y yo le tiendo la mano para que no se suelte.

Publicado por Puzzle a las 16:41
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domingo, 12 de marzo de 2006


Necesita mirar las cosas con más detenimiento, encontrar el pulsador de la máquina del tiempo y congelar la historia (su historia) por un instante. Precisa encontrar tiempo para leer, tiempo para escribir, para todas esas cosas que le dan la vida y que está aprendiendo a olvidar -algo a lo que no debería acostumbrarse- tiempo para encontrarse en el espejo al final del día y mirarse las manos sin que le parezcan dos pájaros derrotados, dos malos presagios, dos historias bien distintas con finales diferentes.

Publicado por Puzzle a las 21:19
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miércoles, 1 de marzo de 2006




En la escuela nos dijeron que la jirafa es el animal más entrometido que existe y que por eso tiene el cuello tan largo: de tanto estirarlo para ver más allá de las nubes y las estrellas. Las jirafas, que normalmente son de género femenino (¿acaso alguien vio alguna vez un jirafo?) se enamoran de camellos o de dromedarios (género masculino) que son particularmente serios y responsables, pero muy galantes y bonachones. Además, los camellos siempre están comiendo chicle, sobre todo cuando los fotografías.

Julieta espera desconsolada a que vuelva Zacarías, que siempre está trabajando mucho dando paseos a los turistas que visitan el desierto o repartiendo los regalos de los Reyes Magos. Julieta se entretiene tejiendo bufandas o escuchando boleros, aunque lo que más le gusta hacer es jugar con sus amigas a camuflarse entre las enramadas y ponerse guapa retocando las manchas de su cuerpo con nuevos diseños. Lo más curioso de todo es que, a causa de su largo cuello, la cabeza y el corazón están tan lejos que los sentimientos le llegan con media hora de retraso con respecto a los pensamientos.

Cuando cae la noche y no puede dormir, suele esperar subida en lo alto de una torre, porque una vez escuchó que las enamoradas siempre tienen que esperar la llegada de su galancito en sitios altos y cercanos al cielo, eso incluye también a la jirafa, aunque sea el animal más alto de todos y no necesite escaleras ni ascensores. Julieta está triste porque echa terriblemente de menos a Zacarías, que anda haciendo horas-extra transportando exploradores en la Gran Sabana, que es como un mundo perdido dentro de otro mundo perdido y así hasta que alguien lo encuentre.

Julieta llora y llora, a veces deprisa, a veces a cámara lenta, a veces se duerme y a veces descansa -siempre de pie- pero sigue llorando incluso en sueños, y las acacias (que se han quedado sin hojas porque se las comió todas Julieta) se despiertan sorprendidas y se preguntan unas a otras qué está pasando, -¡Está lloviendo! ¡Está lloviendo!- y extienden sus ramas como si fueran manos que quieren acariciar a Julieta. Pero no es lluvia, no es lluvia, son las lágrimas de Julieta que está muy preocupada porque Zacarías olvidó la bufanda y con la edad se está volviendo muy friolero.

Ilustración: © Cecilia Varela

Publicado por Puzzle a las 23:50
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martes, 21 de febrero de 2006


Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

(Cristina Peri Rossi)

Publicado por Puzzle a las 1:29
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jueves, 16 de febrero de 2006




Al finalizar el último round, los cuerpos seguían temblando y emanaban olor a macho y a hembra, también sonaban a bolsas de huesos rotos pero se veían hermosos en su agotamiento, en toda la extensión de la palabra rendición. Luego se recorrían la espalda, a veces sólo con las puntas de los dedos, como si diera miedo la electricidad, otras, se servían de sus bocas ávidas de sal y de sabores agridulces. Así hasta que ella se desplomaba de gusto sobre sus pechos llenos como cántaros. Claro que él no contaba con encontrarse al final de aquel tobogán de mujer, justo donde empezaba la cadera, una pequeña abertura de la que asomaba una extensión de cable fino y alargado. Siguió el cable con la mirada, salía de sus lumbares y caía a lo largo de la almohada. Un cable que nacía o aparecía del interior de una ánfora moldeada con las manos y que descendía hasta los pies de la mesita de noche, esquivaba al bueno de Faycan y abandonaba la estancia reptando como una triste inquietud.

¿Cómo podía ser que no hubiera reparado antes en algo así? Tan seguro como estaba de conocer el trazado sinuoso de aquel continente, saltó de la cama, quedó flotando sobre el cuerpo de mujer una pregunta en el aire y una nube de tabaco rubio, dobló el quicio de la puerta persiguiendo el cable, el extremo final de ella que escapaba fuera de la habitación y finalmente se encontró con una clavija culminando el extremo del cable: un enchufe en la pared era el final del trayecto, así que no pudo menos que dejarse llevar por la inercia, lanzó dos tirones secos hasta que soltó el conector y ella se apagó en un ronroneo lánguido y lejano.

Publicado por Puzzle a las 23:00
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viernes, 3 de febrero de 2006


Ten cuidado, amor, ahí afuera. Hace frío y el invierno vino con un brazalete de promesas que saltaron en pedazos contra el suelo. El ciprés me parece ahora tan poquita cosa, como un niño triste que no quiere contemplar cómo te alejas. No corras, no hay prisa, la carretera es peligrosa: una Mamba negra que acaba de morder de rabia un cuello roto por tu ausencia. Te vas con él, luego te robará la risa debajo de un Post-It gigante colgado de la fachada del Banco de España, donde alguien dejó anotada la lista de la compra o un practica el sexo todos los días.

Debería haberte dicho tantas cosas y sin embargo dije las que no debía, las menos apropiadas, como por ejemplo que estoy celoso. He probado algunas estrategias: poner cara de actor de comedia y encaramarme a tus pechos, al menos así te hago reír, después, hacerte arrumacos hasta que nos reblandecemos como masa de hornear en el sofá, a ver si con esas te acuerdas de nosotros dos jugando a ser nosotros dos y te vuelven las ganas de mí y de apetecernos tanto.

Publicado por Puzzle a las 12:36
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