miércoles, 12 de diciembre de 2007


El señor Azul (lo de azul viene por una mala traducción relacionada con la extensa gama de tristezas que es capaz de alojar en las entrañas) hace todo lo necesario para no pensar. Lee libros para no pensar, escribe tonterías para no pensar, también lo hace para que alguna antigua novia suya -que, por otra parte, no quiere saber nada de él- pueda criticar esas estupideces que escribe de vez en cuando. Por eso y porque le gusta que le metan caña que, dicho sea de paso, le sirve también para no pensar. Se pierde en avenidas sembradas de soportales que bostezan despedidas para no pensar y solicita en algún estanco -con el correspondiente impreso- un poco de ternura de segunda mano para no pensar. Acude a la oficina para no pensar, le mira el culo a la de Recursos Humanos para no pensar, disimula estar bien o tirando (lo que él denominaría "normal") para no pensar, camina como si le persiguieran los recuerdos con tal de no pensar, se compara con tipos que jamás serán como él para no pensar, se detiene en los escaparates de lencería fina y no reconoce su reflejo entre tanto maniquí de medidas perfectas, si es que eso puede decirse que sea algo que ayude a no pensar. Observa a la mujer del tiempo y sus manos de mujer del tiempo para no pensar. Se imagina todas esas borrascas avanzando entre sus costillas. Entra en una agencia de viajes, se presenta, soy el señor Azul, dice todo pomposo y a continuación averigua la mejor manera de abandonar la ciudad discretamente, quiere visitar ciudades con nombres impronunciables, para que luego no puedan encontrarle -Tewkesbury por ejemplo- incluso cuando los de la agencia de viajes le contemplan de un modo extraño, el señor Azul les mantiene la mirada para no tener que pensar, uno, dos, tres...cinco...diez y les sigue mirando para no pensar. Se salta los semáforos para no pensar y encaja con indiferencia los insultos del taxista que ha tenido que esquivarle en el último momento. Hace fotos de las aceras que pisa para no pensar, duerme con viuditas desdentadas para no pensar, silba canciones tristes, todo para no pensar. Visita amigos que creen firmemente en la posibilidad de no pensar -al menos durante un tiempo-, intenta alargar ese tiempo, estirarlo como si fuera un domingo de un verano que una vez tuvo y se marchó dando tumbos, fuma (él que nunca ha fumado) cigarrillos bajos en nicotina para no pensar, responde cartas atrasadas para no pensar, hace el equipaje y lo llena de ropa interior como para una vida entera y también aunque muy de vez en cuando, se fuga con la vecina del sexto que no está nada mal, total, para no pensar. Hace cualquier cosa para no pensar, lo que sea, tampoco toma líneas de metro de color azul o gris, porque significaría sin duda la manera más torpe de quedarse atrapado en aquello en lo que no quiere pensar. Pero sobre todo, y por encima de todas las cosas, el señor Azul nunca se enamora, para no pensar.

(Publicado en la revista cultural "El Desembarco", Enero 2008)

Publicado por Puzzle a las 15:12
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7 desvaríos:

Anónimo dijo...

Todos somos un poco azules de vez en cuando. Lo que más me gusta de lo que escribes es lo triste que parece que todo puede llegar a ser pero con esas gotitas de ironía. Como si aprendieras a reirte de tu propia tristeza. Eso es un mérito.

Me gusta mucho como escribes.

Besos

Mara

Anónimo dijo...

Intentar por todos los medios olvidar algo,requiere pensar en ello.

Anónimo dijo...

PENSAR EN NADA
Conozco muchas personas azules. Yo a veces lo intento, aunque es absurdo.Quisiera ser AZUL!!. Al final, pensar en nada es, pensar más de lo que debemos.
Me recuerda a un poema de Manuel Machado,
OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde. El día
no queriendo morir, con garras de oro,
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente
y el sol al fin como en soberbio lecho
hundió en sollozos su dorada frente
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada:
el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar en nada.

Manuel Machado.

Sigues estremeciendome y me identifico mucho contigo;tal vez, a los dos nos ha pasado algo parecido.
Y............
me sigue gustando como expresas lo inexpresable, inexplicable, los avatares de los sentimientos , la crueldad del alma y de la vida.

Sonia dijo...

Y yo vestida de azul corro para no pensar…

Me acabo de colar en tu bonito blog que me había enviado un amigo ;-)

Anónimo dijo...

Un poco pesado o reiterativo, quizás sea la idea, recalcar el no pensar...
Me gusta el no pensar, me recuerda a Pessoa "demasiada metafísica hay en pensar en nada"
Enhorabuena por tu blog.
El comentario de Lady chatterley me ha parecido muy apropiado.
Saludos.

Anónimo dijo...

Vaya! Uff!!

Anónimo dijo...

Prefiero no pensar en este relato, se me acaba de anudar el esófago... justo en la boca del estómago, allí donde se concentran todos los colores de mi vida, donde el azul pretende crecer coartado por quizás un gris... o un negro... sigamos caminando vestidos de azul...

 
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