lunes, 29 de agosto de 2005


Un Déjá Vu es una trampa y Jean Francoise lo sabía. Ahora tenía la certeza de estar viviendo la misma trampa de otras veces, el mismo momento repetido, repetido como el vuelo de un tiovivo que gira mientras contemplas tus propios pies colgando, como si fueras el único testigo de una situación nueva que no lo es, aunque ahí están tus pies , los mismos pies de siempre, a unos metros del suelo, balanceándose en la silla voladora, todo tan familiar y al mismo tiempo el sobrecogimiento aquel, la extrañeza de estar protagonizando el sueño de tantas veces solo que con los ojos abiertos, muy abiertos, ojos redondos y húmedos por la impotencia, esperando una señal que indique que nada ha cambiado.

Carmela también sabe que un Déjá Vu es una trampa. Ahora tiene la certeza de que el viaje de vuelta será lo mejor de los últimos días, porque piensa que todo cambia y que nada es lo que parece. La vieja y conocida sensación de pérdida o de decepción. En realidad Carmela no se llama Carmela, es un invento cariñoso que Jean Francoise le puso en honor a Carmen Maura, porque está convencido de que sus reacciones o sus gestos son los de la actriz muchas veces, porque de tarde en tarde ella se pone intensa o sobreactúa y desde ese escenario miran pasar la vida en plano secuencia, que a veces es un drama y a veces una comedia española.

Jean Francoise sabe que echará de menos a Carmela todo el tiempo, lo sabe porque nunca dejó de extrañarla, porque aunque no ha sido el momento ni el tiempo, a pesar de los mil asuntos en ciernes que los separan o que no permiten que se conozcan tal y como son, también sabe que a lo mejor se alejan y todo queda en aquellos días de paseos y abrazos, de mensajes enardecidos, en algo que podía haber sido y no fue más allá, todo porque no se llegaron a ver sin toda aquella suciedad que los apartó y en eso consiste la trampa, en la manera estúpida de apartarse de lo real por culpa de lo que no lo es tanto, dejándose olvidadas en una lata de galletas la ternura y la risa que tantas veces tuvieron a bien cultivar y que ojalá sepan o quieran recuperar.

Publicado por Puzzle a las 12:42
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5 desvaríos:

Anónimo dijo...

Ojalá recuperen la ternura y la risa, es de las pocas cosas que merecen la pena mantener en esta vida, y si una vez la tuvieron, sería bueno pensar en lo que hizo que naciera , para poder verse de aquella manera originaria.

Besos y abrazos por todo lo que escribes.

Alicia

Anónimo dijo...

seguro que lo recuperan, yo no me preocuparia

Miss Mag dijo...

Que niño mago más lindo...
esbozo una sonrisa, la ternura hoy día no anda de ganas, otra noche paso y te dejo letras más cálidas.

Anónimo dijo...

Si no saben recuperar la ternura, que se lean las historias de tu blog, que están llenas de ternura como para dar y regalar.

Un abrazo enorme.

franhilz dijo...

¿en verdad que los deja vu son una trampa?

una tarjeta de saludo de nuestra propia existencia
que nos llega por correo mental
sin remitente

muy bueno, como siempre ...

 
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