lunes, 14 de mayo de 2007


Quedaban doce horas para el fin del mundo, doce horas para abandonar aquel territorio frágil pero hermoso que habíamos levantando a base de ideales románticos y canciones de Serrat. El sitio donde estar a salvo de todo y al que íbamos a caer agotados noche sí, noche también, mientras nos contábamos qué tal en el trabajo o con los chicos, qué tal la vida en general. Los días fueron cayendo como losas a la espalda, aplastando toda posibilidad de un reencuentro o de un arreglo, algo que nos hubiera dado un poco más de tiempo, fuerzas o ganas de salvar la nave, la misma que una vez navegó enamorada y decidida. Se había ido desmontando poco a poco, como la casita o el castillo con piezas de Lego que se alzaba cada tarde en el cuarto de los juegos, y yo no supe/no quise/no pude (táchese lo que proceda) darme cuenta. Los niños enseguida supieron que papá y mamá los querrían mucho, que nada entre ellos y nosotros cambiaría y que tendríamos que ayudarnos entre todos para hacer las cosas más llevaderas. Violeta devoró un paquete de tizas y estuvo con fiebre cuatro días seguidos, Nicolás, que nunca antes se había peleado con nadie, visitó tres veces en una semana el despacho de la directora y la enfermería. El mismo día que terminamos de pagar el coche, Alma me recogió por sorpresa en la oficina, fue breve.

Tenemos que hablar y no, no hay nadie más.

Quedaban doce horas para el fin de todo mi mundo y eso significaba que Violeta y Nicolás tendrían que cuidar de mamá y que yo no me perdería ni uno solo de los partidos de fútbol ni los festivales de fin de curso. Mi abogado dice que ella ha sido generosa, que dé gracias porque podía haberme quedado sin nada: incluso sin Alma.

Publicado por Puzzle a las 21:10
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7 desvaríos:

Anónimo dijo...

Siempre es dificil dejar tu mundo; aunque sea para cambiarlo por otro mejor, o... al menos, diferente.

Anónimo dijo...

A veces es difícil darse cuenta de cómo se van perdiendo las cosas, de cómo nuestro mundo se va desmoronando lentamente hasta quedar sólo un leve recuerdo, una canción, o incluso un alma enamorada a lo lejos, en la distancia que hace el olvido o la rutina que mata el amor... Pero sea como fuere, tú lo conviertes en algo precioso... Un beso.

Anónimo dijo...

yo podría ser Alma, yo podría ser muchas de esas mujeres que toman la decisión de romper algo que una vez fue hermoso y por lo que apostaron. He llorado con "Incluso sin alma", porque me ha recordado a mí en este último año.

Anónimo dijo...

"Siempre lo mejor está por llegar"... es algo que siempre me digo cuando todo acaba.
Y meses después vuelve a comenzar todo...(aunque no quiera)de nuevo y mejor.

Anónimo dijo...

Esta noche...mi alma vuela por algun lugar y no soy capaz de averiguarlo,una fisura en mi burbuja..hizo que acabara aqui...leyendo tus palabras, emocionandome con tus textos...GRACIAS.

He visto tu perfil, me gustan tus gustos, quizas sin importancia para otros, importantes para mi pq tambien son los mios y me han hecho vivir grandes momentos, canciones, peliculas...

Besos y carpe diem.

Despues de la tormenta...

Cris

Con C de Cristina dijo...

Leo tu texto un poco tarde... llevo toda la tarde sumergida entre tus escritos y los que no me hacen llorar, me hacen estremecer, dibujan una sonrisa o me dejan pensativa. Este año yo fui el alma perdida de alguien, pero también me tocó perderla. La rutina primero y una segunda persona después. La rutina rompió mi relación. El "otro" rompió mi alma. Pero desde la distancia me alegra decir que la vida sigue y que nunca es demasiado tarde para encontrar el amor otra vez. Yo no he perdido la esperanza.

Pilar dijo...

Hola !
No quise darme cuenta, no pude, no supe... todo en uno...
Por qué orden ?
Si hubiera sabido como hacer para poder parar a tiempo el desastre !
Si hubiera podido hablarle con sus palabras para que me entendiera, ya que con las mías creo que necesita traductor....
Si hubiera querido darme cuenta, hoy no estaría lamentándolo...
Pero el caso es que la otra parte tampoco supo, quiso, pudo....
No depende todo de nuestra voluntad, no somos infalibles, y lo peor es que nos echan la culpa.
Jo, qué triste, Jorge, este cuento deberiamos leerlo todos cada día al levantarnos, como si fuera la oración de cada día !!!!!
un abrazo
Pilar

 
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