domingo, 10 de abril de 2005


Estamos en la final. Acaba de cerrarse el telón y mientras Andreu entretiene al público, detrás de la gran cortina todo son carreras y detalles finales. Los robots de luz saludan a nuestro paso y las chicas hacen los últimos estiramientos. Llegan risas del patio de butacas. El regidor pregunta si estamos preparados y una nube de humo invisible comienza a ocuparlo todo.

Anoche no pudo ir mejor. Hemos estado viendo la grabación durante el desayuno y somos los primeros sorprendidos. En el hotel y más tarde en el teatro todo han sido felicitaciones para Pedro y para el tipo que se parece a Pedro (un doble que ha surgido en este congreso y que luego daría lugar a situaciones deliciosas) . Lo cierto es que el número cada vez funciona mejor: en poco más de siete minutos el mago aparece a tres metros de altura, se produce una teletransportación de una de las bailarinas y finalmente una metamorfosis “a la Pendragons” que corta la respiración y levanta a la gente de sus asientos. Tres milagros en menos de ocho minutos. Y ahora, en apenas nada, hay que volver a repetirlo, solo que esta vez todo el mundo está pendiente y a la espera del mismo prodigio.

Un conocido productor americano que ha trabajado con Copperfield toma notas en la fila seis, dispuesto a ofrecer un contrato y una gira al otro lado del mundo. Andreu hace el último chiste pero ya nadie escucha entre bambalinas. Alguien desde la oscuridad nos desea suerte. Silencio. Telón. Música. Aplausos y Pedro que reaparece a tres metros de altura y que no volverá a bajar del cielo hasta pasados ocho minutos.

Publicado por Puzzle a las 23:52
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