sábado, 26 de marzo de 2005


Pertenecemos a una triste especie de insectos, dominada por el apogeo de las hembras vigorosas, sanguinarias y terriblemente escasas. Por cada una de ellas hay veinte machos débiles y dolientes.

Vivimos en fuga constante. Las hembras van tras nosotros, y nosotros, por razones de seguridad, abandonamos todo alimento a sus mandíbulas insaciables. Pero la estación amorosa cambia el orden de las cosas. Ellas despiden irresistible aroma. Y las seguimos enervados hacia una muerte segura. Detrás de cada hembra perfumada hay una hilera de machos suplicantes.

El espectáculo se inicia cuando la hembra percibe un número suficiente de candidatos. Uno a uno saltamos sobre ella. Con rápido movimiento esquiva el ataque y despedaza al galán. Cuando está ocupada en devorarlo, se arroja un nuevo aspirante. Y así hasta el final. La unión se consuma con el último superviviente, cuando la hembra, fatigada y relativamente harta , apenas tiene fuerzas para decapitar al macho que la cabalga, obsesionado en su goce.

Queda adormecida largo tiempo triunfadora en su campo de eróticos despojos. Después cuelga del árbol inmediato un grueso cartucho de huevos. De allí nacerá otra vez la muchedumbre de las víctimas, con su infalible dotación de verdugos.

(Juan José Arreola)

Publicado por Puzzle a las 19:23
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2 desvaríos:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho este texto.
Por cierto, leí tus cuentos y me gustaron mucho.

Ro

franhilz dijo...

... y es que somos baratos ...

somos arena
ellas con hermosas piedras lavadas

compare usted mismo

 
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