domingo, 29 de agosto de 2004


Era de noche y confundió el camino. La Luna no entendía de navegación nocturna ni de mapas astronómicos y se equivocó de ruta . Describió una órbita lo bastante inusual como para que nadie la viera salir esa noche.

El fenómeno se observó desde todos los rincones del planeta. La comunidad científica no salía de su asombro, y nadie fue capaz de explicar tanta falta de previsión. Todo el entramado de satélites y los más complejos cálculos de la gran supercomputadora habían quedado en evidencia ante la humanidad entera.

Los océanos quedaron en calma y las mareas se detuvieron. Nadie cometió ningún asesinato. Nadie hizo el amor. Nadie lloró. Centenares de bandadas de aves interrumpieron sus vuelos migratorios y los delfines dejaron de jugar. El consumo eléctrico de las ciudades se disparó y las parejas de amantes furtivos se escondieron bajo las sábanas del dormitorio. No hubo nacimientos ni accidentes. Un desconocido le declaró amor eterno a la cajera de una gasolinera y le pidió que se casara con el. Curiosamente ella aceptó. Se quedaron juntos esperando a que amaneciera. Los gatos callaron y ninguna mujer necesitó una farmacia de guardia.

En la televisión dejaron de emitir anuncios de reductores de abdomen y de Pilates, para mostrar las imágenes del cielo desierto de Luna. Los grandes mandatarios dieron la orden de búsqueda y declararon el estado de excepción. Un niño se inventó el cuento de la Luna que se enamoró del Sol, y lo difundió por Internet. 5 horas después, había dado la vuelta al mundo. Las centralitas se colapsaron y se encendieron millones de velas y linternas en parques , plazuelas y calles. Los elefantes blancos se extinguieron y los hombres-lobo perdieron su empleo.

Un telescopio al sur de Canarias encontró a la Luna dormida a medio camino entre un planeta y una estación espacial abandonada. Parecía haber estado llorando toda la noche, perdida y asustada.

Publicado por Puzzle a las 18:15
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